Poseedor de dos de sus trabajos, primera vez que veo, en vivo y en directo, a un componente de mis admirados TEQUILA. Un quinteto que refrescó las mejillas, de los jóvenes de los 80’s, con sus rock&roll’es clásicos/básicos pero con la peculiaridad de estar construidos con dosis añadidas de ilusión e innovación donde, sus riff’s “stonianos”, hicieron patente la afirmación: “Oye esto también se puede hacer aquí”.

Su paso por LOS RODRÍGUEZ dejó una impronta en el rock patrio, con una mezcla exquisita entre rumba y rock, de la que ya no fui partícipe, por gustos personales, pero sabedor del valor añadido que significaba su valiente y honesta fórmula que ya es parte de la cultura popular. Posteriormente, reanudó una carrera en solitario que llega a nuestros días y que se entremezcla con infinidad de colaboraciones.

Su momento como conductor y presentador del programa “Un país para escucharlo”, le dio más visibilidad, si cabe, debido al excelente trabajo realizado. Una serie de programas donde es posible hermanarse con un amplio catálogo de bandas que ponen de manifiesto la diversidad musical desarrollada en el Estado; otorgándole su valor y el puesto que se merece, a nivel cultural. Este breve repaso por su carrera nos sitúa en materia, siendo sabedores que, en esta noche de autos, estamos ante uno de los artífices y una de las figuras más influyentes del R&R de nuestro país compaginando diferentes facetas como guitarrista, cantante, productor musical y, sobre todo, compositor.

Con un pañuelo en el cuello y un “outfit” vaquero blanquecino, como corresponde a un “dandy” del R&R, ARIEL ROT pisó las tablas de la sala Capitol quedándose a un paso de colgar un “sold out”. Con la cadencia del que sabe, comenzó a desgranar sus éxitos. Empezó con temas de su carrera en solitario que nos hicieron entrar en comunión con el artista como son: “Vals de los recuerdos”, “Hasta perder la cuenta”, “Colgado de la luna”, “El mundo de ayer” etc.

Temas donde Ariel se mostró sosegado y seguro, con una afinación y vocalización perfecta, y donde dejó patente que, su esencia musical, proviene del blues y el rock. Su lenguaje melódico es espaciado, sin prisas, pero a la vez firme y seguro, de esos que saben jugar con la cadencia del blues e insertar sus notas dentro de un esquema que pretende ser otra cosa: pop, milonga, rumba/rock etc.

Y llegó el primer guiñó de la noche que fue para su paisano Moris: sí, ése, ése, el de “Sábado a la noche”, como apuntó el artista al anunciar el tema “Bruma en la castellana” del cual es coautor. A continuación, sonó una “perversión” del conocido tema que supo llevar a su terreno alejándose de la original. Le siguió la milonga “Dos de corazones” donde, definitivamente, los pies se despegaron del suelo. El segundo guiño vino de la mano del tema “No estoy borracho” de la banda que lo puso en el centro de todas las dianas, Los Rodríguez. En “Confesiones para un comedor de pizza”, rescató un contemporáneo rockabilly cercano a los genuinos Stray Cats. Un valioso y audaz tema instrumental donde demuestra su destreza en la seis cuerdas.

Ariel, el hombre impasible, se sabe acompañar bien para cimentar una coraza estable en sus directos. Todos los músicos que lo acompañan le dan ese “plus” de tranquilidad para exponer su paleta musical. Teclado, batería, bajo y un segundo guitarra son los pilares adecuados para que el artista suene convincente, en los medios tiempos, y con garra, en los rock&roll’es.

Y llegó el momento más esperado para el que escribe. Los primeros acordes del funk “Quiero besarte” de Tequila, resonaron en la sala para, esta vez sí, generar un “pandemonium” en toda regla. Imposible no seguir con tu cuerpo ese ritmo pegadizo que se mete hasta el tuétano. En esta línea nos derretimos con el calor de “R&R en la plaza del pueblo” y “Necesito un trago” donde, el público, se dio una ducha de agua fría para abrir todos sus poros (si es que todavía quedaba alguno cerrado).

Levantó el pedal para dar paso a temas de su carrera en solitario como la sutil “Vicios caros”, de su primer disco “Hablando Solo”. “Dulce condena” y “Me estas atrapando”, de Los Rodríguez, cerraron el show. Eché de menos el tema “El pistolero” del que fue coautor con la banda, nacida en los 80’s, Los Pistones y que está incluido en el disco que da nombre a esta gira “En vivo mucho mejor” lo cual no fue ápice para tener el pecho repleto de buenas sensaciones y sabedor de haber disfrutado de una noche de R&R.

Saludos y agradecimientos, de rigor, al respetable para dejar desnudo el escenario de la sala Capitol. Acalorada ovación que no cesó e hizo que los músicos volviesen a hacer acto de presencia con “Baile de ilusiones”, un rock and roll clásico que se te clava como un cuchillo erizando la piel. Los omnipresentes Rodríguez asomaron de nuevo la cabeza para cerrar el bolo con “Milonga del marinero y el capitán” y “Mucho mejor”.

Ariel es un superviviente de una época musical pretérita donde, los vicios y la falta de información al respecto, eran el pan de cada día de lo cual ha sabido salir airoso, además de mantenerse musicalmente en el candelero a lo largo de casi cincuenta años, con paso firme, elegancia y solvencia. ¡Ahí es nada!

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