Seguimos, para bingo, con el ciclo de conciertos que conmemora el 90º aniversario del espacio cultural denominado sala Capitol. En esta ocasión, la organización nos sorprendió, como es habitual, con una banda a la que se la puede apodar como de “culto” ya que, para llegar hasta ellos, debes rebuscar e investigar en la hemeroteca musical y, si la suerte se pone de tu lado, quizás puedas dar con ellos, se trata THE LOVED ONES. Somos afortunados porque, ese trabajo, lo han hecho, como es usual, los organizadores cuya receta siempre está plagada de buen gusto con propuestas que, precisamente, no ornamentan el “mainstream” musical.

La tarde primaveral, con temperatura veraniega, hizo que las primeras camisas, y camisetas de manga corta, hiciesen acto de presencia en Capitol. Para elevar, más si cabe la temperatura, la banda del reputado músico local ESPIÑO, que consuma sus treinta años encima de los escenarios, rompió con la gravedad que hace que nuestros pies estén, permanentemente, pegados al suelo.

Alfonso Espiño propone un horizonte de sucesos de lo más variopinto donde, una dispersa y acentuada creatividad, hace que sus músicas se diluyan entre variables y no entre constantes. Su miscelánea compositiva puede hacerte viajar a finales de los sesenta o principios de los setenta y sumergirte de lleno en la movida nacional “yé yé” rememorando a Los Brincos, Los Bravos, o Los Mustang, entre otros.

Así mismo, en algún momento, puede producirse un giro inesperado de los acontecimientos y la luz se ve atenuada por una niebla espesa con temas, más largos de lo habitual, que rozan lo progresivo o la psicodelia y que ponen de manifiesto su carácter inconformista (como buen investigador musical) abriendo nuevas fronteras en su repertorio. Prueba de ello es el tema “Louro” que, con sus siete minutos, embriaga nuestros sentidos consiguiendo que entremos en “trance” cosechando la inflamación de nuestra alma musical. Todo ello aderezado con la lengua de Breogán. Sin duda una propuesta honesta y valiente que merece ponerse en valor.

El mantra que pulula de fondo, en casi todo su repertorio, hace referencia a la movida “beat” y se intuye que los primigenios “Four Fab” han dejado una gran huella en el artista compostelano. Evidencia de ello son temas como “Beatle Brother” compuesta para el influyente y desaparecido músico local NARF. “Rebobina”, “Sen dúbida Florinda” o “Lilith”, entre muchas otras, recogen el guante de la línea musical mencionada.

La banda Espiño se compone de teclista, batería y guitarra siendo el propio artista el encargado de poner la voz y encajar las frecuencias más bajas con su espectacular “Rickenbacker”. El guitarrista Brais Sánchez lo acompaña desde el inicio del proyecto y empaca, por momentos, su voz con la de Espiño. Brais forma parte de otro proyecto, llamado Momboi, el cual tenemos muy presente ya que pudimos disfrutarlos en uno de los últimos Outono Codax Festival y cuya reseña podréis leer en nuestra WEBZINE.

Después de liberar el escenario de cachivaches y, sin hacerse de rogar, pisaron tablas los californianos The Loved Ones. Una banda de principios de los noventa que únicamente tiene en su haber dos trabajos y que, quizás por ello, han sido relegados al ostracismo. Su particular “revival” que frisa con el R&B y el soul de los sesenta, los hacen poseedores de una fórmula “mod” que, como la palabra indica, modernizó el estilo sin perder la esencia y el carisma de las bandas de los sesenta que los precedieron. Una auténtica y genuina delicia para rockear y convulsionar musicalmente en vivo y en directo.

Originarios de Okland, California, el artista Nick Waterhouse, al que podremos disfrutar en unos días dentro de este mismo ciclo, los ha producido por lo que, en breves, verá la luz su tercer álbum de estudio. Sus dos anteriores trabajos, “The Price For Love” y “Better Do Right”, publicados a principios de los noventa, son dos ejemplos de resiliencia del garaje y la música retro. Dos joyitas que no pueden faltar en nuestra colección.

La banda está conformada por Bart Davenport (voz, armónica), Mike Therieau (bajo, voz), el baterista John Kent y el guitarrista principal Xan McCurdy.

Pero vamos al lío. Comenzaron las hostilidades con la contundente y machacona “That’s Your Problem” que nos puso firmes y en disposición para afrontar el vendaval que se nos venía encima. Para continuar, “Cut Your Lose” y “Pretty Baby”, de su primer trabajo, donde Xan muestra sus credenciales como un guitarrista efectivo y preciso haciendo que lo sencillo pero con buen gusto se convierta en valioso y suculento.

Con “Country Girl”, Bart, nos invita a conocer su faceta de armonicista, con un deje muy cercano al Chicago Blues. Sonó la breve pero intensa “Somebody Help Me”, de su último trabajo, donde Mike se hace cargo de la voz principal con un excelente resultado. A estas alturas nos percatamos de que estamos presenciando algo exclusivo que representa a épocas pretéritas del R&R a la vez que mantiene el pulso de la renovación.

Destacamos a Bart como un carismático “frotman” que atesora un tono prodigioso que le va como anillo al dedo a la música que exhalan. Su tono y afinación se mantienen sólidas e inmutables, durante todo el show, siendo el mástil más visible de la embarcación. Se evidencian los muchos años de carretera que atesora ya que, con su proyecto en solitario, no ha dejado de pisar tablas, a lo largo y ancho del planeta, destacando su aptitud calmada pero a la vez dinámica que visualmente engancha al espectador. Un auténtico “dandi” del R&R.

Continuaron con la gamberra y garajera “Leaving Here” donde Bart se desata y Xan combina melodía y armonía de forma modélica. En esta línea le siguieron “Baby Got Something”, “Stick And Stones” para seducirnos con una de sus miradas más poperas titulada “Vagabond”. Con el funk “You Better Do Rigth” las caderas se desencajaron y los pies iban solos, para rematar con uno de sus himnos que fue coreado por un batallón de almas zambullidas en el pecado, “Can’t Stop Me”. La sala era un clamor.

Los chicos del Área de la Bahía dieron un pedazo de concierto que nos dejó exhaustos. Se retiraron a sus aposentos pero se daba por hecho que sólo un respiro nos separaba, de nuevo, de su presencia. Volvieron con más fuerza, si cabe, con ”Just Left Me” y sabedores y muy conscientes de que esto tenía un punto y final apuramos nuestras emociones para meternos, entre pecho y espalda, los últimos bailongos levantando, a su vez, las manos y señalando a los artistas para emborracharlos con todo nuestro bizarrismo rockeril.

Le siguió el R&B “Chicago” que hace los honores, con nota, a la corriente bluesy que se desarrolló en dicha ciudad. El punto y final corrió a cargo de la “stoniana” “Stick”. 

Y con mucha pena, pero llenos de gloria, se diluyó el aluvión The Loves Ones. Un grupo elegante que es un caudal constante de música retro con una calidad incuestionable y cuya vuelta de tuerca sigue removiendo nuestras entrañas como lo hacen esos discos añejos del estilo que siguen girando, sin descanso, en nuestros platos y en nuestras cabezas. Un placer el poder disfrutar de tanto estilo y buen hacer. Esperemos que esto sea el inicio de una gran amistad.

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