Continuamos con las aventuras, y desventuras, de un fotográfo recorriendo nuestra geografía en busca de la mejor música, la mejor foto y la cerveza más fría...
En está ocasión con el Espina Fest y la gran Samantha Fish como protagonistas de las jornadas veraniegas musicales.
JULIO
Espina Fest (1, 2 y 3 de julio 2022, Vega de Espinareda)
Viernes, día primero.
"On the road again"...
Ni el desorbitado precio de la gasolina, ni la distancia, ni el manido cambio climático consiguieron desanimar a los "tres piezas" que decidimos arrancar hacia Vega de Espinareda (El Bierzo). Al fin, tras un frustrado primer intento, el Espina Fest venía al mundo arropado por primerísimas espadas del panorama musical patrio y apadrinado por el mismísimo Pat Todd (ex vocalista de las Lazy Cowgirls). Había que estar en el parto.
Rompieron aguas los Evil, Evil girrrls and the Malvados, banda que fusiona el rock con el burlesque y que cumplió a las mil maravillas con el fin de arremolinar al respetable entorno al único escenario en el que se desarrolló todo el festival.
La "cosa" continuó con La Perra Blanco en formato trío: guitarra, contrabajo y batería. Rock n roll, hillbilly, 50's,... aderezado con el simpático descaro gaditano de Alba Blanco y una sección rítmica excepcional. Bolo redondo de la del Puerto de Santa María. Las ganas de agradar, el buen hacer y la comunión con el público contribuyeron a seguir forjando la leyenda de esta "pequeña" mujer con "enorme" guitarra. El licor café hizo el resto.
Se subieron luego los Lie Detectors. Quinteto vasco referente en el panorama garajero actual. Sin fisuras. Su apabullante directo, fruto de la veteranía de sus componentes y de un frontman irrepetible e indescriptible, no dejó a nadie indiferente. Hits enérgicos cantados en castellano que nos hicieron quemar zapatilla.
Le tocó cerrar a La Frontera, aquella banda que arrasaba en los ochenta y hoy en día defiende un repertorio excepcional con la solvencia que sólo da la experiencia. Los fundadores Javier Andréu y Toni Marmota bien arropados por el resto de la actual formación pusieron en boca del respetable todos aquellos himnos etílicos del patrio rock and western. Cánticos y coreografías que se pierden en la oscura noche de una juventud añorada.
Sábado, segundo día.
En sesión matinal, el protagonismo le correspondió al "arraiano" Víctor Abundancia. Artista multidisciplinar de larga trayectoria que se hizo popular en los ochenta liderando a Los Coyotes. Influencias variadas de la música popular y ritmos latinos, con letras mordaces llenas de ingenio y personalidad. Guitarra acústica en ristre animó la mañana con temas de la banda, temas de su carrera en solitario y alguna que otra versión: " se o meu sange nāo me engana, havemos de ir a Viana..."
La tarde comenzó con el simpar crooner Pablo Velázquez, conocido en los saraos como Freddie Dilevi. Comparte el sevillano la formación de Los Fusiles. Nos brindó un directo explosivo a base de negrura ochentera postpunk e influencias de la Santísima Trinidad: Stooges, Birdman y Ramones.
El segundo grupo de la tarde, Pelazo, vino para entorcharse el título de banda revelación del evento. No había tenido el gusto de disfrutarlos con anterioridad y me ganaron para la causa desde el primer momento. Músicos veteranos procedentes de los más variados estilos y bandas (Doctor Explosion, Peralta, Trash Tornados, The Cynics,...). Su directo y enérgico power pop nos hizo pasar un buen rato. Versiones (The Move, Todd Rundgren,...) y temas propios de su inminente primer LP.
Les llegó el turno a los madrileños Los Chicos que, como siempre, salieron a darlo todo bajo la premisa de la diversión propia y ajena. Orgía etílico-rocanrolera en donde se dan la mano el rock, el blues y el garaje, todo ello salpimentado con la sagacidad y el ingenio de Rafa Suñén (voz) y el desenfreno eléctrico de los gemelos Urchaga.
Los portugueses TT Syndicate se encargaron de cerrar la jornada. Rythm and blues y soul de alto octanaje. Pusieron al respetable bajo el arrebato rítmico de unos vientos acogedores por momentos y salvajes cuando la ocasión lo pedía.
Domingo, último día.
En el día del Señor, la liturgia matutina comenzó bajo la lluvia de una inoportuna tormenta veraniega con los acordes de las guitarras acústicas de Josele Santiago y David Krahe. Temas de la carrera en solitario del Enemigo alternados con temas de la banda e interpretados con la singularidad vocal que caracteriza al de Puerta del Ángel.
Tras el ineludible parón gastronómico, el culto a Morfeo y el cese de la lluvia, las dentelladas sonoras de Tiburona se encargaron de calentar el ambiente a primera hora de la tarde. Power trío de garaje-surfero con letras reivindicativas. Despliegue vocal e instrumental de unas madrileñas sobradas de ganas de agradar.
Llegó el turno de Generador, Annie Baby y J. Horror, dúo musical que cabalga entre la rudeza de los ochenteros Desechables y primitivismo de los Cramps. Canciones explosivas, riffs afilados y poderosa sección rítmica. Psychobilly, surf, rock n roll, cervezas y diversión.
Para referenciar la historia del punk rock nacional nombres como los de Manolo UVI, Rafa PPM le Doc y Enrique Bastante son clave. Viejos camaradas que se juntan para hacer temas de bases contundentes y poderosas guitarras. Cuando se suben a un escenario lo hacen en la actualidad bajo el nombre Hitmakers. Cuidadas letras y melodías. Un gustazo poder disfrutarlos en las calles de Espinareda.
Se cerró el festival con el veterano Pat Todd, figura imperecedera del underground angelino, y sus Rankoutsiders. El exvocalista de los Lazy Cowgirls derramando sapiencia, elegancia, fuerza y sinceridad. Rock n roll sin complejos. Era el último bolo de la gira en Europa y la banda tenía ganas, salió en varias ocasiones a petición popular.
Tres días inolvidables en un ambiente familiar y placentero difícilmente repetible pues posiblemente el boca a boca convierta al festival en una cita ineludible en los eventos musicales veraniegos: buena música, acceso gratuito, entorno paradisíaco y cervezas a dos euros, ¡qué más se puede pedir!
Larga vida al Espina Fest...
Samantha Fish (24 de julio de 2022 , Pontevedra)
Dentro del Festival Internacional de Jazz de Pontevedra el blues siempre ha tenido ese pequeño rinconcito por el que se han prodigado primerísimas espadas del panorama internacional de los doce compases.
En esta última edición le tocó el turno a la incendiaria Samantha Fish acompañada para la ocasión por Ron Johnson al bajo (Warren Haynes, Buddy Guy, Taj Mahal, Gregg Allman,…), Sarah Tomek a la batería (Steven Tyler, Them Vibes,…) y el multipremiado Matt Wade a los teclados.
La nombrada “mejor artista novel” allá por el 2012 (Blues Music Awards) venía dispuesta a recuperar todo el tiempo perdido durante la pandemia. Compositora, vocalista y guitarrista, la de Kansas hechizó al público presente en la Ferrería.
Uno no se debe dejar engañar por la envoltura, que la dulzura no te ciegue, su directo es verdaderamente incendiario. Ferocidad y crudeza arropadas por una sutileza en la sabe envolverse cuando la ocasión lo necesita. Sonido bluesrock con una actitud rocanrolera. Una mujer que respeta las raíces pero que en modo alguno es servil en su lealtad con el pasado.
Hora y media inolvidable.