31 de octubre, toca suelo la noche más terrorífica del año y, el dúo The Courettes, pone todo su Rock & Roll sobre la mesa del Riquela para dar el pistoletazo de salida a una nueva edición de un clásico compostelano: el Outono Códax Festival.

Ya van 14 años, de un festival que retuerce las agendas, de su incansable legión de seguidores, durante el mes de noviembre; un Outono que nunca deja de sorprendernos, con apuestas sonoras, y de diversa índole, que reúnen, en la capital, a un buen manojo de grandes (y a veces no demasiado reconocidos...) artistas del panorama nacional e internacional.

Ocho y media. Tras un par de tapas de rigor, los outonianos acuden, en masa, a la Sala Riquela para formar todos juntos (y siempre bien avenidos) el cartel de Sold Out que llevaba colgado, este concierto, desde hace ya unos días.

La verdad es que ya nos hemos acostumbrado a esto: a que se firme, día sí y día también, un lleno en los conciertos de este certamen y eso, al menos en este caso, habla por sí solo: tanto de la calidad del mismo como de la buena salud de la que, por suerte, goza. Y que así siga. 

La noche se prestaba al desenfreno, introdúzcase aquí el nombre de la fiesta que más apropiado le parezca a cada uno, para otorgarse una excusa con la que justificar la noble causa de disfrazarse. Así que, con algunos vestidos para la ocasión y otros, simplemente "en la ocasión" porque tocaba un año más y es delito saltárselo, se iniciaba el primer concierto de este Outono.

Hechas las presentaciones del contexto que nos ocupa, vayamos a la parte musical. The Courettes es uno de esos duetos que consigue pervertir la diversión. Y es que si hay un par de instrumentos que llamen a la locura, de forma recurrente, ese es el formado por una batería una guitarra eléctrica. Ese sonido de enchufar el amplificador, de una distorsión que gasea la sala, de unas baquetas que se funden con la caja, por desgaste, mientras un plato te devuelve a otra dimensión... Sí, esa en la que reina el buen rollo y no se admiten problemas. Eso es Música.

Ciertamente, el grupo venía como anillo al dedo a la noche, estos dos gastan un abanico de estilos que invita a lo terrorífico a darse un paseo entre el público. Hablamos de un rock que puede ser muy de garaje por momentos, muy sesentero, en otros, y muy de la estela del surf, si la circunstancia así lo requiere. Pero también tienen un lado R&B y armonías Doo-Wop que los acercan a un universo gospeliano, incluso (echadle imaginación).

Así que estamos ante una formación que no tiene miedo ni a la mezcla ni al número de ingredientes de la receta: todos estos estilos, están perfectamente entrelazados en el repertorio. Quizás éste sea el motivo de que una sala llena de varias generaciones, pudiesen disfrutar de distinto modo, esta noche, de su enérgico directo.

The Courettes venían presentando su nuevo disco, The Soul Of... The Fabulous Courettes, sexto álbum de la banda en el que destaca la colaboración de La La Brooks (The Crystals), en dos de sus canciones.

Sin embargo, durante su hora y pico de actuación, no se centraron únicamente en este lanzamiento, más bien hicieron un repaso de toda su discografía. Y es por eso que su directo se convierte en un viaje por todos esos estilos de los que hemos estado hablando anteriormente. El público navega así, casi sin percatarse, por un puñado de ondas musicales que vienen a definir perfectamente uno de los pilares básicos sobre los que emerge cada año el Outono Codax Festival.

Flavia Couri es la que lleva la voz cantante. Una mujer que no tarda en abrir comunicación con el público, con un desparpajo propio de una sangre brasileña. Así que, al menos, entre tema y tema, el portugués se convirtió en el idioma de todos logrando una complicidad que arrancó risas y atención hasta en las últimas filas.

Flavia se ocupa de la voz, con una reverb estratosférica que le aporta un espacio único en la melodía, se encarga de provocar al espectador con sus palabras, con sus gestos, miradas y con una cercanía que le arrastra, con su inseparable guitarra estilo flecha, por decir algo, y cuya marca es su propio nombre, a hacer de la barra su escenario. Y de ella salen esos sonidos garajeros y surferos que juegan a subir marchas para que el personal se desmelene sin reparos. ¿Alguien da más?

En la batería, con bandera danesa, Martin Couri. Por cierto, no son hermanos, están casados. Un tipo aparentemente serio que suda cada centímetro de su traje y de su gorro durante la actuación. Menudo festival de baquetazos, entre toms, caja y platos; no para... Además, tiene tiempo para arropar con su voz a la de Flavia aportando otras tesituras que completan los espacios atmosféricos de cada tema.

Encomiable desgaste físico, alguno en las primeras filas temía por su salud, incluso.

Y así, con el rock y el halloween como excusa, tras algún esguince de rodilla, un par de bises y una ovación de un público que disfrutó claramente de la noche, llegamos, con muy buen sabor de boca, al final de esta primera jornada.

Recordad que esto es sólo el principio y que todavía quedan muuuchos conciertos por delante, nos vemos el próximo sábado día 9 en la Sala Capitol para acercarnos a la apuesta musical de The Sheepdogs y The Commoners!

Saúde!

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