Entramos en la que quizás sea la estación más prolífica, musicalmente hablando, del calendario anual en la ciudad del apóstol. Desde hace trece años, el otoño se ornamenta, y se empapa, con la mejor música negra que se puede escuchar por estos lares, de la mano del OUTONO CODAX FESTIVAL. Para ello todavía quedan unas semanas pero, el concierto que hoy nos ocupa, nos retrotrae a esas fechas y, este directo, bien podría encabezar una de esas mágicas jornadas.

Aterrizó JOSH HOYER en nuestro país, llegado desde el corazón de los Estados Unidos, Nebraska, con la maleta cargada de soberbias composiciones, muy ajustadas al estilo soul, y con un arsenal de buenos músicos para realizar diez fechas, siendo una de las paradas la ciudad compostelana.

A golpe de miércoles y sin estrecheces, con algo más de media entrada, nos dispusimos a disfrutar de una estupenda gala de soul y R&B en la admirable Sala Capitol.

Silenciosos y sin aspavientos, cada uno de los cinco componentes que conforman SOUL COLOSAL ocupan su sitio en el escenario. Se rompe el sosiego con la llegada de Josh, entre aplausos del respetable, y las incógnitas se despejan en el momento que el artista nos aplasta con los primeros acordes que emanan de sus dedos y que emulan al sonido “hammond” acompañándose de su afinada, emotiva y esculpida voz que nos recuerda a esos discos de la Motown, Stax o sonido Filadelfia que, de vez en cuando, desempolvamos y donde reinaban las personas de etnia negra y cabello crespo.

Empezaron con un tema de su último trabajo “Green Ligth”, titulado “Harmony”, que sirvió para romper las barreras y, desde el primer instante, las pestañas ocuparon su lugar, encima de la cavidad ocular, despojando al oyente de todo dolor y preocupación, para continuar con “Evolution” que abre este magnífico trabajo. Sus dos primeras bendiciones nos indultaron de todos nuestros pecados y nos sumimos en un viaje de funk ruidoso, soul suave y R&B audaz, filtrado por las refinadas composiciones de Josh; éstas resultan eficientes, repletas de melodías y groove’s rindiendo homenaje a los gigantes del soul. Todo ello contribuye a que tu cuerpo y mente entren en ebullición.

Sigue descargando temas de su dilatada carrera, atesorando seis discos hasta la fecha, evidenciando su fascinación por el soul clásico pero pilotando su coherente trayectoria hacia un soul actual y fresco, propio de la era moderna.

Pero este magnífico revival, que eclosiona en el directo del que fuimos testigos, no sería posible sin el aporte de los estupendos músicos que acompañan a Josh. No sé por cual empezar porque, todos ellos, son protagonistas, aportando, cada uno en su faceta, riqueza y valor a la formación conformando una banda de SOUL con mayúsculas.

Inicialmente, mi atención se la llevó Myles Jasnowski ya que su discreción y soltura, en las seis cuerdas, unido a un exquisito gusto, conducen las composiciones de Josh hacia el camino adecuado para que éstas cumplan con todos los cánones del estilo. Su manejo del “wha-wha” es fastuoso, a la vez que su repertorio, de ritmos “afuncados”, es enorme, sin dejar de lado su capacidad para solear, derivando aquí a un estilo más blues/rock, que hace las delicias de toda oreja que se precie, ¡Qué bárbaro!.

Damos paso a Matt Arbeiter golpeando las pieles con la cadencia adecuada, para cada tema, doblándose así mismo, además de ir a la contra en muchos pasajes. Su hábil, juguetona y endemoniada muñeca hace el resto, dejándonos un “groove” sensacional que se te mete en el tuétano, dando lugar a una prótesis que se extiende a las caderas de todos los asistentes, fiel reflejo de su arte.

Mike Keeling se encarga de las “partes bajas” desarrollando un trabajo excelente en las cuatro cuerdas sin que sea necesario su empuje para encajar de forma natural con Matt. Los dibujos que recrea con sus dedos, a lo largo del mástil de su fender, son coloristas y variados evitando caer unicamente en tónicas, además de mostrarse muy entusiasta a lo largo de todo el show.

Por último, la luz que ilumina, a cualquier banda de soul que se precie, son los vientos: así, Blake DeForest, a la trompeta, y James Cuato, al saxofón, tiñen al grupo con el pigmento justo y necesario siendo el combo perfecto para que la formación alcance el halo que le corresponde.

A todos se les escuchaba y distinguía claramente y la mezcla final resultó ser un éxito teniendo que mentar, así, al técnico de sonido el cual, para la ocasión, estuvo más que sobresaliente. Como decía la canción... ¡Ay que gustito pa’mis orejas!.

En esta línea siguen con su aluvión de proyectiles como la gospel “Lonelines”, la soulera/fronteriza “Real Time”, “Gimme That Lovin” donde Josh recorta las pulsaciones en su teclado otorgando más funk si cabe al tema, o “Hustler” donde cuasi rapea fundiéndose en un R&B afunkado y melódico, que revive, continuamente, el modelo musical del genuino Maceo Parker en su brillante etapa en solitario.

La sorpresa de la noche la dio el cameo de Julián Maeso que con un solo espídico, y delirante, de teclado, nos dejó temblando, dispensando al show con una presencia local relevante en el estilo. Con un sonido hammond en mano derecha (segundo nivel), mezclado con el sonido clásico de piano en su mano izquierda (primer nivel), mostró sus credenciales dejando muy alto el listón del soul nacional. Julián, es un contrastado compositor/teclista que ha militado en diferentes formaciones y que, actualmente, con la suya propia, mantiene ardiente la llama del SOUL y el R&B en nuestro país. Sin duda la campanada definitiva para ilusionar al público gallego.

Después de complacernos con un bis que tuvieron que realizar, sin concesiones, por aclamación popular, se puso la rúbrica final a una noche llena de buena música, buena aptitud y gran sentir. Sin duda, asistir a un concierto de Josh Hoyer y Soul Colosal lleva consigo un “sanamiento” sensorial, de cuerpo y alma, obteniendo un refugio, momentáneo, ante nuestros problemas cotidianos.

Si tienes oportunidad de que se pasen por tu ciudad, en esta gira, no debes perderte esta gratificante experiencia. Salimos del concierto pensando en que volverán, con la esperanza, de que, dicha espera, no se demore demasiado en el tiempo y así poner un punto y seguido a este “feedback” de seducción a cargo de su colosal música.

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