Grandma's Ashes

Pues me pasé por la sala La Room para disfrutar de un concierto internacional y aumentar así mi pedigrí, que eso de decir que ves a grupos de otros aledaños queda muy in y molón. Bromas aparte, la música no tiene fronteras e independientemente del idioma de sus letras es un lenguaje universal inmune a los efectos de la torre de Babel, la auténtica esencia de la ciudadanía del mundo. Tocaba asistir a la actuación de unas francesas de la Ciudad de la Luz, Lutecia Parisinorum, o sea París, la capital del vecino del piso de arriba según se mira en el mapamundi.

Grandma’s Ashes son un trío femenino formado por Eva Hagen (bajo, voz principal), Myriam El Moumni (guitarra, voz secundaria) y Edith Seguier (batería, voz secundaria). Si, he dicho voces secundarias que no coros, ya lo explicaré a lo largo de esta crónica. Llevan rulando en esto de la música desde hace cinco años con la autoedición de un EP en 2021 (“The Fates”) y la más reciente edición de su primer LP “This too shall pass” que calentito y recién salido de hornada se lo traían de presentación en su gira por las Hispanias que las llevarían desde el norte hasta el centro peninsular, comenzando en Santander el 16 de febrero y rematando en Madrid el 26 de dicho mes.

Arrancaron calentando motores con el cuarto corte de su último trabajo, “Borderlands” y siguieron poniendo al personal in crescendo con “La Ronce”, “Cassandra”, “Cold touch” y “Caffeine” con el que llegaron al ecuador de su actuación para introducir a continuación “Spring Harvest”, todos ellos del LP. Con “Daddy Issues” nos llevaron a su anterior EP. Para despedirse eligieron un tema de su actual álbum “Aside” y otro del EP “Radish Cure”.

Sus temas se basan en instrumentaciones saturadas y atmósferas musicales densas que envuelven unas armonías vocales cuidadas y trabajadas, no exentas de lirismo, en el que las voces secundarias arropan y complementan a la principal y llegan a constituir con ella un verdadero muro de sonido en ocasiones. Esto último creo que es uno de los valores y puntos fuertes de esta agrupación, que incluso gana más en directo que en las grabaciones, no sé si a causa de la producción de los discos o de la evolución natural de los temas sobre las tablas.

¿Cómo calificarlas? Aquí los enemigos de las etiquetas que dejen de leer. En la literatura musical al uso se las presenta como un trío de rock ácido, rock progresivo, rock duro, como de alt-rock progresivo o de stoner rock femenino. Resulta para un cincuentón que ha mamado desde su pubescencia del rock and roll clásico, la beatlemanía, el blues, rythm’n’blues, soul, el hard rock, el primer heavy y, como no, de toda la Movida de los 80 y que ya comenzó a perderse con el grounge, el hardcore, las variantes metálicas extremas y demás definir a estas nuevas bandas que van recogiendo todo lo anterior y lo  funden en nuevos crisoles.

Haciendo deberes en las redes he podido comprobar que estas chicas también tienen versiones de grupos para mi desconocidos como los germanos Kadavar o los suecos Monolord y otros no tanto como los británicos Muse o los norteamericanos Queens of the Stone Age. Se trata de grupos formados bien en la década de los 90 o a comienzos del siglo XXI que recogen diferentes elementos estilísticos del hard rock, el heavy, la psicodelia, el stoner, el progresivo o el sinfónico y componen su propia receta. Digamos que entre Nightwish y Evanescence, estás chicas no llegan al extremo metalero de los primeros y se acercan más a las pinceladas pop de los segundos, aunque con los aprovechamientos líricos de los fineses. Todo ello dentro de su marcada personalidad y propio desarrollo.

Vamos, que las vayáis a ver y os forméis vuestro propio criterio, vagos.

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