Viajamos en el tiempo hasta lo gloriosos años 60s, para recomendar a una formación, que en su momento, como tantas otras, pasó bastante desapercibida. Un quinteto procedente de Michigan (Detroit), que durante los escasos tres años que estuvo activo (1965 – 1967), militó en la tercera división de la música popular anglosajona.

Hablamos de The Spike-Drivers, que establecidos en la ciudad de New York, lanzaron al mercado unos cuantos sencillos a mediados de los 60s y que el sello discográfico RD Records, afortunadamente, decidió recuperar en el año 2001 en una imprescindible recopilación de quince cortes, bajo el extenso título de “Folkrocking Psychedelic Innovation From The Motor City In The Mid 60s”.

Con semejante título, ya intuimos más o menos lo que nos vamos a encontrar en estos surcos, prevaleciendo el rock de sonido garaje más primitivo, con unas guitarras que supuran acidez y unas construcciones que juegan mucho con las diferentes intensidades o dinámicas.

Resulta ser una imperfecta Obra Maestra, en cuyo sonido burdo, sin pulir y con algún que otro fallo o error de ejecución instrumental, radica su mayor encanto.

A destacar el uso de la reverberación, que consigue esa atmósfera de profundidad y lejanía que resulta ser una de las claves dentro del rock psicodélico.Y esas guitarras eléctricas que consiguen una cálida y crujiente saturación, mediante la subida de volumen de los amplificadores de válvulas y posteriormente, mediante el pedal de overdrive. Unas guitarras libres, que extraen notas a su antojo, convirtiendo riffs en fraseos y fraseos en solos, ensuciando todavía más la electricidad, mediante el efecto de fuzz. Y qué decir de esa batería que – ahora sí – suena a esa gravedad que transmiten los tambores africanos, con unos redobles que también – junto a las guitarras - contribuyen a aumentar o rebajar las dinámicas, según les convenga. En la parte vocal, se alternan las voces masculinas con el inocente y dulce timbre vocal de de Marycarol Brown, que supone el contrapunto a esa solemnidad interpretativa y a ese sonido rocoso y corrosivo que rezuma este cancionero.

Canciones que en muchos casos se alejan de la máxima duración pop estándar – que suele estar en los 03:30 minutos – como es el caso de “Baby, Let Me Tell You”, “Blue Law Sunday” o las hipnóticas líneas rítmicas y melódicas de “Often I Wonder”, junto a esa joyita titulada “Strange, Mysterious Sound”, que posee unos oportunos trinos de guitarra a modo de arreglo. La embriagadora “Portland Town”, es una pieza interpretada de manera insinuante por Marycarol Brown, en la que sobresalen unos escuetos arreglos de cuerda y en cuyo pasaje descolla la acidez de una guitarra que parece “arañar” sobre duras superficies, creando un sonido chirriante o estridente, que no difiere mucho de lo que algunas bandas de noise (ruido) hicieron en los 80s y en los 90s. En ”Everybody’s Got That Feeling”, volvemos a encontrar otros pasajes ruidosos, en donde destaca el caos controlado que consiguen gracias a sus redobles de batería y a una abrasiva guitarra con fuzz, creando así una venenosa y atonal telaraña sónica, de las que nos cuesta salir. Mucho pal cacharro. “I Know” parece ser una letanía que destila una ensoñadora aureola y que gana intensidad hacia el final, con una guitarra que se explaya desbocada. Un ejemplo similar lo tenemos en “Sometimes”, en el que su lisérgica guitarra, retuerce las notas en otro solo enardecido.

Nos encontramos con otras pistas que – manteniendo el sonido áspero y cavernoso - tiran más hacia el rhythm,n,blues de corte mod, como es el caso de “Baby, Can I Wear Your Clothes”, que cuenta con unas soleadas armonías vocales y con un cambio de ritmo, que resulta ser la antesala a un pasaje psicodélico protagonizado por un solo de guitarra eléctrica. “Got The Woods On You”, recupera la inspiración Merseybeat, mientras que el groove que transmite “High Time”, cuenta con otro de esos enrabietados solos de guitarra del que logran sacar chispas y que parece influenciado por uno de los solos canónicos del rock, como es el de “You Really Got Me” de The Kins. Y si alguien puede aclararme como se consigue tocar la guitarra de esa manera, encantado estoy de descubrirlo.

Otro temas tiran mas hacia la candidez pop como es el caso del ritmo swing con guitarra clarita de “Grocery Store”, “Can't Stand The Pain” y “I'm So Glad”, estas dos últimas con punteos de guitarra de sonido Rickenbacker.

 Lo dicho: una imperfecta Obra Maestra.