ZENOBIA VI 2020

Sexto álbum de estos riojanos que a mi parecer es lo mejor que han hecho, aunque nunca he sido seguidor de sus obras pretéritas. Es una ruptura con su pasado más reciente, y creo que han ganado en credibilidad y variedad.

La intro “VI” es un ejercicio de despiste con esos teclados industriales, pues cuando entra la potente y rápida “Sin perder la pasión” todo se torna mucho más orgánico, riff directo del guitarra Mario destila hard rock, y que bien acompañado del hammond de Ernesto que le da ese toque Deep Purple  de los ochenta, con la voz de Jorge Berceo (alma mater de la banda) muy bien encajada; buenos solos de guitarra y hamond, junto a un estribillo épico y coros efectivos, dando como resultado un brillante tema, de lo mejor del álbum.

No bajan el ritmo con “La danza del diablo”, otro buen ejercicio de hard and heavy con buenas armonías vocales, gran labor de Berceo en sus registros, bonitos duetos de guitarra de Mario y Marcos; buen estribillo y tema para que los seguidores coreen en directo. Tienden hacia el heavy metal con el single “El último bastión”, con la batería de Javier Herrero muy contundente y el bajo de Héctor Hernáez muy presente, dando mucho empaque al sonido; el teclado de Ernesto hace de todo, los solos son muy técnicos y los cambios de ritmo vertiginosos.

Es un no parar cuando entra la melódica “Tu amistad”, otro ejercicio de heavy metal con tintes power, muy en la onda Angra, con una batería muy a piñon fijo, dejando las florituras para las voces y guitarras que desarrollan buenas melodías que engancharán a los amantes del power metal.

Llega uno de sus temas más destacables, la pegadiza “No me dejes caer”, un medio tiempo que destaca por sus melodías, riff cautivador y un estribillo que se te clava en el cerebro; solo de guitarra de los ochenta, estructura de power ballad y un Berceo bajando el registro que le da más profundidad melódica.

Se endurecen con el acertado single “Buscando una luz”, buen riff y contundente base rítmica, con la voz de Berceo filtrada pero muy melódica, con un gran estribillo y sonando todo muy redondo, siendo otro de sus mejores temas del álbum.

Recuperan esa vena hard and heavy con la sinuosa “Sigo rugiendo”, con Berceo más grave en sus registros, con un riff duro y directo, un estribillo de alzar puños y letra abrasiva, buenos coros; otro gran tema muy en la onda de los Dry River. Aflojan en “Jamás”, un tema más hard melódico, con estribillo pegadizo, con las guitarras más de fondo, dejando al teclado de Ernesto y el bajo de Héctor tomar las riendas junto con la batería de Javier; Berceo muy completo en sus registros.

Viran hacia un heavy industrial en “El laberinto”, riff simple con bases programadas donde una voz femenina (no he encontrado de quien es y en el kit de prensa ni la nombran) comparte protagonismo con la de Berceo, siendo un tema muy audible y que le da frescura a la escucha global del álbum, pero sin ser de lo más destacable.

Llega la balada del disco, “Mi mundo por volver”, que supondrá para unos una delicia y para otros (en los que me incluyo) una sosa canción que, sin restarle la calidad compositiva que posee, no me motiva nada y me parece un bajón en la escucha del álbum.

Cierran con “El príncipe de la oscuridad”, recobrando brío y rescatando su primera época más powerl, con Berceo bien en la voz, ritmo trepidante y buenas guitarras, y letra épica resaltada por los coros.

Portada lograda. Muy buena producción. Siendo su disco más variado en estilo, gustará mucho a l@s que disfruten con Avalanch, Tierra Santa, Warcry, Lujuria, Daeria y todo el espectro heavy metal hispano.

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