Victor Aneiros Band y Larry Mcray + Alex Zayas se encargaron de dar la última campanada del año con sabor a blues en la ciudad del apóstol. El 2017 ha sido un buen año musicalmente hablando para Compostela. Así blues, soul y R&R de alto nivel fueron el santo y seña de este peregrinaje musical compostelano durante este fértil 2017. Para la ocasión la sala Capitol, a pesar de ser un viernes, apenas reunió a cuarenta personas y esto es lo que aconteció.

Abrió el músico ferrolano Victor Aneiros el cual acredita una larga trayectoria a sus espaldas. En el blues-rock encontró su hábitat y allá por 1999 inició este periplo “blusero” que lo ha llevado a editar nueve trabajos. En esta ocasión venia presentando su último proyecto “Un extraño entre la multitud” que destila rock sin alejarse de la raíz “bluesy”. Canciones con letras que hablan de historias cotidianas y experiencias personales navegan entre los idiomas de Shakespeare, Cervantes y de Rosalía. Así temas como “Ciudad olvido”, un claro referente a su ciudad natal, y “Mucho postureo”, entre otros, fueron caldeando el ambiente a pesar de que la sala se presentaba fría y desolada. Los aplausos, entre tema y tema, de los escasos asistentes no defraudaron creando un ambiente propicio para que Víctor se fuera soltando y sintiendo más cómodo y arropado.

Su banda esta compuesta por lo que se denomina en el argot musical un “power trío”. Batería y bajo se funden con un amplio catálogo de riffs y solos que Aneiros lleva en su macuto blusero. Se despidió y ya saliendo por la puerta de camerinos, se oyó al fondo de la sala Capitol una solitaria pero potente voz que dijo: “¡Non vas tocar outra!”. Sin pensarlo Aneiros volvió sobre sus pasos y nos deleitó con un nuevo tema de su repertorio, demostrando porque es considerado uno de los mayores exponentes del “blues galaico”. Esperamos que su nuevo trabajo le aporte muchos éxitos y agradecemos que siga apostando por una música de minorías .


Victor Aneiros
Con buenas expectativas, por mi parte, Larry Mcray tomo posesión del escenario de la Sala Capitol y se transformo, desde un primer instante, en el personaje blues que se desarrolla a lo largo de veintisiete años de carrera. Sus ocho trabajos avalan una trayectoria donde las influencias de músicos como B.B. King, Albert King y Freddie King son el estandarte de sus composiciones. El de Arkansas es un músico sosegado que puede bajar a los infiernos y subir a los cielos en un abrir y cerrar de ojos. Notas imposibles, delicadas e incluso mudas, debido a su sutileza, nos elevan al firmamento y cerrando esa puerta, a la vuelta de la esquina, te encuentras con bending's infernales cuya bofetada crea un anhelo en el oyente que no quieres que se acabe. Hay músicos que con una nota llenan una sala y a pesar de ser únicamente cuarenta personas la sala Capitol nunca estuvo tan llena. Una paradójica incógnita que solo los grandes músicos como Larry pueden despejar. Sin duda la estrella de Larry brilla allá por donde pasa sin importar todo lo que rodea. Larry se enfunda su guitarra y todo carece de importancia, su feeling es el protagonista que acompaña de su voz que confiere a los temas un alma de blues que invade los sentidos del que escucha. Su perfil es el de un “bluesman” clásico sin experimentaciones, fusiones o progresiones y naturalmente se ciñe a los estándares del estilo. Con un sonido impoluto y acompañado por una fantástica banda Larry empezó a desmenuzar todo su arsenal. Buenas composiciones de energy-blues-rock acompañan a una voz cálida y a la vez desgarrada que aderezan sus buenos vibratos, bending's y digitaciones que mezclan armonía y melodía en las seis cuerdas, lo cual engendra a un artista redondo y un claro exponente de blues-rock a nivel mundial.

Larry McCray
La banda que lo acompaña es la de Alex Zayas. Un músico catalán que vive a caballo entre USA y España y que se está haciendo un hueco en el circuito blues de Chicago. Fascinante ha sido el descubrimiento de este bluesman que acompaña a su amigo Larry en la gira que nos ocupa. Alex es el camarada que todo frontman quiere tener a su vera encima de un escenario. Con un gusto exquisito e ingenioso abastece y enriquece la mezcla con una impronta personal que es el apéndice perfecto para Larry Mcray. Pero no se queda ahí la cosa, Alex no realiza la tarea de un simple comparsa. En determinados momentos del show coge la riendas del concierto y Larry, generosamente, pasa a un segundo plano. Sus solos cobran tanto protagonismo como los de Larry e incluso coge el timón vocal y se arranca a cantar de forma notable en algún que otro tema. Su protagonismo se llega a ensalzar de tal modo que se aventura a bajar del escenario y tocar en “petit comité” para las dos o tres personas que estábamos en primera línea de fuego. Por otro lado la sección rítmica es un lujo. El bajo y especialmente el batera enceran sobresalientemente todo el buen hacer de sus compañeros. La mirada del batera se convierte en una sombra alargada de los dos guitarristas. Su complicidad, su impecable gusto y técnica resuelven un concierto digno de enmarcar. ¡Los buenos músicos hacen más grandes a otros buenos músicos!

Finalizó el concierto y de nuevo la soledad y el vacío se hicieron en la Sala Capitol acompasada por el aspecto desértico que esta presentaba y del cual no fuimos partícipes durante las dos horas que duró el evento. El retiro de Larry y Alex nos dejó una nostalgia llena de buenas sensaciones y nuestra percepción nos señala la dirección hacia un cruce de caminos donde un hombre hace un pacto fingido y legendario que lo acompañará durante toda su vida. A esto señores, se le llama “BLUES”.

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Alez Zayas