Segunda edición, consecutiva, del OUR FEST. Ourense está de enhorabuena si este festival se consolida como uno de los clásicos post veraniegos en nuestra comunidad. Precios asequibles y musicalidad que se escora, en términos generales, hacia el pop siendo los cabezas de cartel, en las dos ediciones, referentes del movimiento Britpop que emergía allá por los años 90’s en las islas. Nuestra pequeña ciudad se congratula por recibir, en esta edición, a uno de los grupos estandarte de dicho movimiento; todo un lujo al que respondió el público desde todos los rincones de la comunidad.

El cartel del OUR FEST pretende ser una conjunción de diversidad aunando diferentes estilos y recorriendo caminos que nos llevaron del punk al ambient haciendo alguna parada en la psicodelia para volver, de nuevo, a la casilla de salida que no es otra que la del pop rock.

 

A las 17:00 horas, empezaron a girar las perillas de sus sintetizadores las chicas de MELENAS. Una narcótica y lisérgica mezcla, llena de reverb, calentaba el ambiente al que acompañaban unas proyecciones de escritura garabateada de azul sobre blanco. Son dos sus álbumes hasta el momento: su homónimo y el que venían presentando titulado “Ahora” donde predominan los medios tiempos y del que destaca su sencillo “Bang”.

Después de este primer envite, el bullicio en el enorme recinto de Expourense, empezó a consolidarse. La expectación por ver a uno de los grupos más innovadores del momento, a los que podemos situar en el llamado Post Britpop, se palpaba en el ambiente. KULA SHAKER pueden ser de tu agrado o no pero seguro que no te dejan indiferente. Los británicos son portadores, como no, de un legado omnipresente a cualquier grupo de pop rock que sale de las islas, aportando su toque personal, rompiendo la dinámica de la canción para volver a cogerla con más fuerza. Su sonido se retuerce entre estribillos y la neo psicodelia hace el resto dejando un poso agridulce en el oyente, desmarcándose de lo establecido, siendo estos giros santo y seña del grupo en buena parte de su cancionero.

La fórmula de Kula Shaker es arriesgada pero funciona gracias a la combinación de sus cuatro componentes, con Crispian Mills comandando la embarcación y dando una lección de rockerismo en directo. Dinamismo y entrega son su religión que paralelamente comparte con la espiritualidad hindú lo cual se deja entrever en algunas de sus composiciones utilizando instrumentos como el sitar y letras en sánscrito. Riff’s, lick’s, bending’s y todo un catálogo sónico emerge de su Stratocaster que teje una tela de araña que te atrapa y que acompaña con una voz sedosa que empasta a la perfección con la mezcla. Alonza Bevan es otro de los cofundadores, con Crispian, de la banda y, sin él, no se podría entender el porqué de Kula Shaker. Sencillas pero originales líneas emergen de su bajo Rickenbaker conformándose estas en las olas perfectas para que los demás componentes surfeen a sus anchas. Jay Darlington, con melena a lo Gandalf el Gris, nos fulmina con su Hammond y amplificación Leslie generando un ambiente setentero. Por último tenemos a Paul Winterhart a la batería que destaca por su ortodoxia de ritmos tribales y primitivos que nos sumergen en un caótico pero a la vez ordenado esquema.

Venían presentando su último larga duración titulado “1st congregational church of eternal love (and free hugs)” dejando atrás otros cinco magníficos trabajos destacando el primero “K” que los catapultó a primera línea de la escena del pop mundial. Empezaron volándonos la cabeza a base de crear un caos sin forma, cada uno en sus respectivos instrumentos, donde Crispian utiliza el slide barriendo, literalmente, el mástil de su Stratocaster. Se prodigan con ritmos funk abrasadores y líneas de bajo a lo Hendrix teniendo siempre a la vista el horizonte pop que nublan con una dulce/amarga psicodelia.

Algún tema con tendencias folk hindú rúbrica el bolo más redondo de todo el festival destacando la espléndida adaptación que los británicos han hecho del tema de Joe SouthHush” que la popularizaron los Deep Purple allá por los años 60’s. Además, nos ajusticiaron con clásicos como la hipnotizante “Govinda” mezcla psico pop con letra en sánscrito o el medio tiempo “Tattva” cuyo estribillo evoca a los cuatro de Liverpool. También cayó como un proyectil “Grateful When You’re Dead”, con riff Hendrixiano y coros yeyé, para finalmente divagar en un horizonte, del que no ves el final, en el que se rompe el todo por la parte, geniales. Y para acabar de poner patas arriba el Expourense, nos fusilan con “Hey Dude”: un funk lleno de fuzz que resume en cuatro minutos lo alejada que esta la banda de ser un clon de nada. Bolazo de los Kula.

Los terceros en discordia, nunca mejor dicho, fueron SHAME. Estos jovenzuelos, llenos de energía y rabia, debutaron en 2018 con “Sons of Praise” y, desde entonces, se dedican a poner patas arriba los escenarios por los que pisan. Para la ocasión, venían presentando su retoño titulado “Food for Worms”. Herederos de un Post Punk que mezclan con Indie Rock, su sonido se asemeja a la corriente “Noise” no dejando títere con cabeza ya que si sus conciertos destacan en algo es por su dinamismo; sobresale el bajista Josh Finerty que se prodiga en cabriolas varias, sin fracturas y sin que la sangre llegue al río como si de Buster Keaton se tratara. Su cantante, Charlie Steen, se desgarra por dentro y por fuera dejando su torso al descubierto desde el primer instante. Completan el quinteto Eddie Green a la guitarra, Sean Coyle reforzando las seis cuerdas y Charlie Forbes golpeando las pieles lo más fuerte posible. Concierto poderoso, con R&R actitud, que calentó, más si cabe, al personal.

Llegó el turno de tomarse un respiro, y de rebajar la tensión, llevándose algún bocado a la boca. No por ello obviamos al siguiente artista que no es otro que BUXTER DURY. La sombra de su padre, el carismático Ian Dury, figura icónica del punk rock de finales de los 70’s, planea por donde pisa Buxter. Pero nada más lejos de la realidad, Buxter tiene su propio camino alejado del estilo de su padre siguiendo una corriente, cuya etiqueta “ambigua”, que denominan “indietronica”, tiende a llevarnos a trances que nos hacen entrar en un letargo donde nuestros sentidos se ven liberados para rozar el hedonismo. Este carismático artista tiene editados ocho trabajos de los cuales nos presentaba “I thought i was than you” que acaba de sacar al mercado y, en consecuencia, está girando por todo el planeta. Una voz femenina lo acompaña, y nos cautiva, a la vez que suenan bucles en los sintetizadores por los que transita la voz de Dury, acompañada de una batería acústica, sutil pero efectiva. Una fórmula, donde predominan los medios tiempos que engancha y genera un ambiente cálido y sereno.

Y llegó la traca final, el momento más esperado por la mayoría de los asistentes. Los británicos SUEDE, una de las banderas visibles y activas del pop rock de los 90’s en Gran Bretaña, asentaron sus posaderas en el escenario que tenían reservado en la Ciudad de las Burgas. Desde un primer instante, la banda causó sensación y el público eclosionó. Se postularon como jefes del festival, sin esconder la patita, y, desde el primer tema, un vendaval rockeril, a cargo sobre todo de su cantante y líder indiscutible Brett Anderson, barrió la explanada de Expourense.

Venían presentando su recién editado “Autofiction” que es el cuarto álbum, de la que considero su segunda etapa, después de un parón de diez años donde, anteriormente, en los 90’s, habían publicado los discos que los catapultaron al estrellato como su homónimo, “Comming Up” o “Dog Man Star”. En esta segunda etapa, Suede maduran como el buen vino y sus temas se vuelven más tenebrosos y agónicos, sacando más músculo que en sus predecesores, dejando así atrás esa etapa de fragilidad juvenil que los dio a conocer y que acompañó a toda una generación.

La presencia de Brett es majestuosa quedándole pequeño el escenario y comiéndose literalmente al público. Brett está bien arropado: por Mat Osman al bajo que es cofundador de la banda, Simon Gilbert a la batería, Richard Oakes en las seis cuerdas y Neil Codling que hace las labores de teclista y segunda guitarra. Todos juegan para completar la sopa de letras que por mucho que intentes resolver, tanto en horizontal como en vertical, la solución siempre es la misma y se llama ¨Brett Anderson”. Todos le dan al “play” con el fin de que Brett de rienda suelta a todo el aluvión de sensaciones que sus composiciones le provocan sorprendiendo como encara, y se vuelca, con cada una de ellas, sin descuidar su registro vocal que goza de una excelente salud y que nos evoca a los 90’s en cuanto a calidad pero que ha ganado peso, con los años, en cuanto a emotividad.

Abrieron la discordia con “Turn off You Brain and Yell” tema que cierra su último álbum y donde pudimos comprobar lo que se nos venía encima, un tema cincelado para dejar que el tiempo pase sin prisas. Le siguieron hits de su primera etapa como la hipnótica “She”, la coreada “Animal Nitrate”, la adolescente “The Drowners”, destacando Filmstar”, uno de sus temas más reconocidos con un riff rockero en esencia. Volvieron a su etapa dorada con las agonizantes y sombrías “Personality Disorder”, “Shadow Selt” y “She Still Leads Me On”, de su último trabajo. Bajaron revoluciones y decibelios con “Saturday Nigth” donde Brett se luce como un auténtico crooner. Siguió la adolescente “She’s Fashion”, un tema facilón que nos dejo un poco fríos. Ya en la recta final se desató la locura y nos radiaron con “So Youngy “Metal Mickey”, de su homónimo y primer trabajo, rematando la faena, por todo lo alto, con, quizás su tema más revelador, “Beatifull Ones”, de su álbum “Coming Up” que resume su propuesta pop rock con estribillos coreables en los que te dejas el gaznate.

Después de hora y media de concierto, los latidos seguían haciendo su trabajo pero la electricidad de los londinenses dejo de estar presente en un espacio temporal que se nos hizo eterno. Alabanzas y gritos hicieron que volvieran al punto de partida con un Brett desatado emulando a Roger Daltrey, cantante de The Who, haciendo molinillos con el micrófono: todo salió bien. Para colmar lo ánimos, y cerrar el círculo, nos conmovieron con un apoteósicoNew Generation” de su segundo álbum “Dog Man Star”.

Por último y ya con las fuerzas justas, por mi parte, pisó las tablas el gallego GRANDE AMORE. Su repertorio con letras en el idioma materno hizo saltar a los más fornid@s . Venía presentando su segundo disco "Grande Amore II". Pop, rock, post punk, synth punk son algunas de sus credenciales. A renglón seguido, turno para los Dj’s pero el cansancio hizo mella y no nos dio más tregua por lo que pusimos nuestro particular punto y final a esta segunda edición del OUR FEST.

Y Así llegamos al final de esta travesía que llenó toda la jornada de un sábado otoñal en la ciudad germinal de CANEDOROCK. Un placer poder asistir a un festival de esta categoría en la ciudad que me vio nacer y compartir con todos vosotros mis sensaciones. Dar las gracias a PRODUTRIZ AGENCY que nos han dado todas las facilidades para poder cubrir el evento y animarlos a seguir empujando para que el año que viene podamos disfrutar de la 3ª edición del OUR FEST.

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