Noche de jueves… y todos sabemos lo que eso significa. En este caso habría varias respuestas, algunas censurables, por supuesto. Empezaremos diciendo que, referidos al jueves 24 de noviembre que nos ocupa, concretamente, quiere decir penúltima noche de la duodécima edición del Outono Códax Festival. Sin embargo, aunque en vuestras mentes navegue otro tipo de afirmación, la mejor es, sin duda, en este caso, noche de blues… o, siendo más precisos, recital de blues a cargo de J.C. Smith en el Riquela Club de Santiago de Compostela. Hablemos de “Jay”.
Me alegro un montón de que este ciclo fuese un éxito de público. Por muy incómodo que pueda resultar un concierto a rebosar, es un síntoma de que algo funciona, de que carbura la ciudad, de que la cultura se reivindica como necesaria y, teniendo en cuenta la variedad de estilos de este festival, también es un indicador de que se puede hacer algo diferente y a la vez cuidar de una música que no pierde un ápice de actualidad con los años. Es importante que no se pierda la historia mientras se escriben nuevas páginas.
Y si hay un ejemplo claro de algo que suena a “hace siglos”, y nunca muere, es el blues; la raíz más profunda de ese árbol que se ramifica, hasta donde Jesucristo perdió las sandalias, para que broten todos los estilos que hoy en día conocemos (y a la vez desconocemos). Blues es tristeza, y melancolía, no obstante, no hay que olvidar que, por encima de todo, es sentimiento, es transmitir con mayúsculas: y, eso, es imprescindible en la palabra artista.
Nueve en punto de la noche, la sala está otra vez hasta la bandera y algunos divagan entre risas sobre la suerte de no coincidir nunca en un concierto con sus hijos. Es la hora señalada y salta al escenario la banda que acompañará al “hombre de la noche” en esta gira por tierras gallegas: ellos son la Red Duck Blues Band, un trío de la escena viguesa con el clásico formato batería-bajo-guitarra; y, un invitado, conocido de la jauría bluesera compostelana, Figui, de los Resaca Brothers, en la armónica.
Y entonces aparece un tío enorme entre el público, por suerte no estamos en un callejón oscuro, aunque a veces la Riquela lo parezca. Elegante, viste de negro por lo que su piel no destaca, mas sí lo hace la tralla dorada que lleva encima, su mata de pelo impenetrable, sus grandes ojos y una sonrisa que revela carisma y humanidad antes de ser expuesta al gran público. Para INRI de los fotógrafos, la guitarra también es negra.
¿Quién es este tío? Johnnie Cozmik Smith, nacido en la Bahía de San Francisco, lleva tatuado Chicago en su música, una ciudad que adora, pero su estilo también está compuesto de R&B, Funk y Rock&Roll de primera. Se sumerge en el blues como si sobrevolasen sus notas los fantasmas de T-Bone Walker o Johnnie Guitar Watson. Empezó como batería, en la banda Back to Back Blues Band, para luego enfundarse una Gibson 335 e iniciar su carrera en solitario. Y sacó dos discos; el primero de ellos, Defining Colour, un álbum muy recomendable, en el que está arropado por buenos músicos y arreglistas, fue nominado a los Grammy como mejor disco de blues contemporáneo. Rematemos el fugaz resumen con el manido “ha compartido escenario con” B.B. King, Buddy Guy y Buddy Miles, entre otros.
Toca hacer oreja en la distancia corta. El señor Smith tiene una voz que me encanta, resulta fresca, como un blues de Robben Ford, no obstante presume de unos cimientos de campo de algodón que te roban el aliento. Es un tío tranquilo y, esa paz interior, le permite acercarse al micrófono como si no existiese ni fuese necesario. Sencillo, familiar, parece algo cotidiano estar aquí a escasos metros.
No necesita gritar para levantar aplausos, su timbre de voz es cálido y muestra las tablas de toda una vida en un sólo fraseo desplegando vibratos tan soñados en las primeras filas como envidiados en las finales. Es un lujo, no hay más, como beberse un clásico del blues en vinilo: entra solo y no quieres que la aguja vuelva a la posición de reposo y el disco se detenga.
J.C. no es el mejor guitarrista de la historia ni tampoco le hace falta serlo para meterse al respetable en el bolsillo. Y, aún así, cuando sostiene una nota, su mano la envuelve de tal forma que da igual el sustain de la guitarra porque es él quien la aguanta; y lo hace hasta donde le da la gana. Y eso es un puntazo, es toda una lección de música para cualquier amante de los instrumentos. A veces lo mágico está en los pequeños detalles.
Viendo a estos tíos que llevan cuatro días tocando juntos, uno entiende que el blues es un estilo para relacionarse, para tocar en familia y para hacer amigos. Son “solo” cuatro notas, que hasta el más torpe puede aprender, pero hay que saber llevarlas; lo difícil es conseguir que el interés no decaiga en la audiencia; alguien como “Jay” lo logra sin despeinarse y eso no viene en los libros. Tiene clase, se aprecia en el respeto con el que trata a sus músicos, no tiene miedo a ceder el protagonismo a todos y cada uno de ellos y, no solo eso, disfruta viéndolos tocar y no evita nunca esa risa jocosa y cómplice de “mira tú lo que sabe hacer éste” (un “wooow man!” de toda la vida). Eso es muy sano y, con alguien así, es un placer tocar siempre, me atrevo a afirmarlo.
En una noche como esta no podía faltar uno de los exponentes del blues más grandes de Galicia: el picheleiro Adrián Costa quien subió a la palestra, en los últimos temas, a demostrar la calidad musical que atesora el que fuera líder de los Reyes del KO. Armado con una guitarra, cuya afinación requería de cuidados intensivos y constantes, hizo toda una exhibición de buen hacer compenetrándose con Figui, a la armónica, y con el guitarrista de los Red Duck para rellenar todos los huecos que dejaba Smith y servir de colchón a una voz que no necesita reposo para funcionar.
Y poco más hay que contar donde hablaron por sí mismos un Sweet Home Chicago (Robert Johnson), un Johnny B Goode (Chuck Berry), un Hot Little Mama (Johnny "Guitar" Watson) o un Rock This House (B.B. King). Donde los minutos volaban mientras que, entre estas versiones, se “colaban”, sin desentonar un mínimo, temas propios del señor J.C. Smith como Cold Sweat o 5 longs years.
Gran noche de blues en Compostela.