Con la “Estrella Venenosa” pululando todavía en mi cabeza, me dispongo a realizar la crónica de uno de los conciertos más esperados del año, por parte de CanedoRock.

La vuelta al escenario de ILEGALES pone de relieve la “lucha solitaria” que el comando “Ilegal”, con Jorge Martínez al frente, lleva desarrollando a lo largo de 40 años de carrera.

El título de la gira, “40 años de lucha”, brama por toda la península con motivo de la presentación de su último trabajo titulado “La lucha por la vida”. 40 años de lucha solitaria, pateando escenarios, sacando discos y demás avatares “son suficientes para reventar” pero Jorge se mantiene firme en su idea transgresora y sigue dando leña de la buena. Con estas credenciales nos dejó un SOLD OUT en la sala Capitol de Santiago de Compostela siendo la expectación máxima.

Convaleciente por una operación reciente de estómago y teniendo que anular las anteriores citas de su gira en Zaragoza y Bilbao, Jorge, se presentó dejando clara su valía y compromiso profesional para con sus fans. Es un pecador compulsivo que irradia gallardía por todos sus poros siendo la provocación uno de sus primeros mandamientos.

Sus letras pueden producirte rechazo, con coros desobedientes como “¡Heil Hitler!”, pueden llenarte de rabia y agitarte con “Destruye”, o trasladarte a universos paralelos en la “Casa del Misterio”. Pero lo más importante para un artista es que ese mensaje, interpretable, no te deje indiferente y remueva al oyente con una revolución de sensaciones que, acompañadas de la música adecuada, genere una sucesión de representaciones que dejan huella. La indiferencia es el mayor enemigo de un artista y como dice en alguna de sus entrevistas: “Si hablan de ti, al menos que sea mal”.

Ese despotismo, macarrismo y horterismo, del que hace gala, se transforma en una elegancia bizarra que si un mortal intentase conjugarla, caería seguramente en una banal vulgaridad y mediocridad. Melómano, amante de las guitarras y con una filosofía vital de “Carpe Diem”, se puede decir que Jorge Ilegal es el último bastión visible del punk-rock de nuestro país. Ilegales no encajaba ni con la movida madrileña ni con el punk radical vasco que se movía en los ochenta, Ilegales era algo diferente. No se acercaba a ideales de ningún partido político ni seguía ninguna senda musical marcada por nadie. Su anarquía y su actitud hicieron de ellos algo único e irrepetible donde la palabra “fastidiar” al personal era parte del juego.

En ese trayecto de impostura, Jorge “Ilegal” se comió a Jorge Martínez y dejó para los anales de la historia musical española a uno de los personajes más relevantes del panorama musical así como a un gran compositor y músico.

Comenzaron las hostilidades con puño en alto descargando “Tantas veces me he jugado el corazón que lo he perdido”, canción que abre su último trabajo plagado de temas interpretados a dueto con figuras del rock nacional. Mi percepción es que los temas eligieron a los intérpretes (en esta ocasión, a Loquillo le va niquelado) y se dejan caer perlas como “prefiero ser bocazas que murmurador”.

Nos meten de lleno en el concierto con “Si no luchas te matas”, una declaración de intenciones donde se deja entrever que el concepto de violencia forma parte del proyecto Ilegal. Para ello en el disco se acompaña de Evaristo Páramos: perfecta la colaboración. Continúan con la punk y sucia “Chicos pálidos para la máquina” donde el extraordinario trabajo de Mike Vergara en los teclados, deja a las claras, que es un gran baluarte para todo el show.

Equilibran sensaciones con la popera “Te prefiero lejos” que canta con “Coque Malla” en el disco. A estas alturas el ambiente ya esta caldeado y sube el termómetro con clásicos como “Ella saltó por la ventana”, anfetamina pura y dura. Bajan decibelios y cambian de registro con “Mi copa y yo” donde nos invita a echar el freno de mano a una vida llena de excesos. Un tango que canta en el disco con Andrés Calamaro y que invita a bailar agarrados.

A la contra el bajo de Willy Vijande se cruza con la guitarra de Jorge ”En el bar”. Original canción que nos traslada a los 80’s donde Ilegales nos esperan en el bar, “la verdadera patria con que puedes contar”.

Nos disparan con “Divino imbécil” que da paso a un clásico como “Ángel exterminador” un tema que pone de manifiesto la faceta más sensible de Jorge con este himno antibelicista y que en el disco interpreta con Enrique Bunbury con un resultado brillante. Cae otro proyectil sobre nuestras cabezas con “Agotados de esperar el fin”, un temazo que pone patas arriba la sala Capitol y donde Jorge hace un estupenda fotografía de la juventud marginal de los años 80.

Continúa la discordia con el emotivo “Regreso al vacío”, uno de los temas más redondos de su último trabajo donde el equilibrio coral en el disco con Guille Galván y Juanma Latorre es sensacional. Ya en el ecuador del concierto, se genera una atmósfera tierna con “El bosque fragante y sombrío” pasando al extremo con la furiosa “Juventud egolatría” donde Jaime Beláustegui da buena cuenta de las baquetas con un ritmo trepidante.

Con su individualismo exacerbado deja caer “Eres una puta” que da paso a la transgresora y punk “El norte esta lleno de frío”, reflejo de la realidad violenta en el Gijón de los 80. Nos regala “Enamorados de Varsovía” haciendo gala de esa música esquelética donde los espacios y silencios juegan un papel primordial, con los que Jorge sabe jugar ejemplarmente.

Volvemos a su último trabajo con “Nunca lo repitas en voz alta” donde se funde con el mal para dar paso a “Punki raro” cuyo comienzo nos evoca a épocas del medievo para a continuación crear un muro de sonido donde las guitarras son las protagonistas y rememoran al rock más trapero: “Made in Spain”; de hecho, el artista elegido para cantarlo en el disco es Kutxi Romero.

Llegamos como empezamos esta crónica, con “Estrella venenosa”, un Ska a medio tiempo mezclado con melodías Surf donde deja de manifiesto “que solo el veneno da fuerzas pa divertirte”, memorable oda a la vida.

En este punto del show hacemos un punto y aparte ya que estamos cerca del final del concierto donde se aglutinan temas que agitan y perturban al personal. La sala Capitol se llena de puños en alto dando paso a cánticos que logran arrancar del respetable su faceta más hostil. Caen tres bombazos seguidos como son “Soy un macarra”, “Destruye” y “Bestia”.

Con esta sobredosis de vehemencia e impostura que proponen Ilegales, la peña se desata y los “pogos” son una constante. No obstante nunca peligró la vida del artista, como en tiempos pretéritos. Brutal la concentración de energía que puede ocasionar el R&R cuando hay conexión entre público y artistas, una pena no poder almacenarla. Siguen en la misma línea de provocación y suena la punki y convulsa “Mi amigo Omar”, para echar el cierre con la loca y desquiciada “DextroAnfetamina”.

Un final inigualable para una noche memorable.

Pero eso no es todo amigos. A estas alturas la sangre fluía internamente a gran velocidad y los guerreros querían más munición para continuar en esta batalla. Así por aclamación popular Ilegales se presentaron de nuevo para deleitarnos con “Yo soy quien espía los juegos de los niños”, una canción limpia y llena de evocaciones a mi adolescencia, donde la cara A o B de su primer disco no dejaba de sonar en ese tocadiscos, de retorno automático, una y otra vez.

Cabalgamos a lomos del “Hombre solitario” y una historia del viejo oeste o de cine negro cobra protagonismo en este espontáneo y fantástico tema. Le sigue “Europa ha muerto”, tema que sitúa a Jorge como un visionario, dado los tiempos que corren.

No podía faltar “Tiempos nuevos, Tiempos salvajes”, todo un himno generacional donde nos invita a coger el relevo de una hipotética lucha y ser parte activa. Un milagro de canción que consiguió unir las cabezas de jóvenes de diferentes ideologías y con diferentes formas de pensamiento vital. La patente de corso llegó con los bailes imparables que produjo la traviesa y pícara “¡Hola mamoncete!”.

Y para rematar todo el personal empatizó con la endiablada “Soy un borracho”. Tema perfecto para acabar un concierto coincidente cuando el personal tiene el gaznate al fresco. El broche de oro lo pusieron con “Tengo un problema sexual” donde toda la sala era una bicicleta. Una noche gamberra, con un derroche de energía colosal, donde se dejó claro que Ilegales es uno de esos grupos activos de los 80 que se mantiene con gran dignidad encima de un escenario y que aguanta el tirón del paso de los años con sobrada solvencia.

Empieza la cuenta atrás para que Ilegales aterricen de nuevo en tierras gallegas. Esperamos que las dolencias físicas cicatricen y tengamos a Jorge “Ilegal” para rato. Dar las gracias a ART MUSIC AGENCY por el excelente trato recibido.

¡Larga vida al R&R Ilegal!

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