Con Aurora Nealand y Big Daddy Wilson, ponemos el punto y final al recorrido de este fantástico festival multidisciplinar, donde se conjugan diferentes actividades: conciertos, conferencias, coloquios, presentación de libros, pinchadas etc... siendo la música negra la piedra angular de todas ellas. Durante casi dos meses Compostela fue testigo de este dispar abanico cultural que ya es un referente a nivel nacional y al que ya contemplan once ediciones. Todo ello coordinado por RAIÑA PRODUCTIONS que son los artífices de organizar todo este tinglado.

En esta ocasión fue la sonora sala Capitol la que cobijó el evento. Sobre las nueve de la noche la estadounidense AURORA NEALAND pateó las tablas. Aurora musicalmente es una artista con las ideas muy claras y se mueve en un terreno donde la música que desarrolla se tiene que digerir en todo el ámbito de la palabra. Aurora es sobresaliente en sus facetas de compositora, intérprete vocal y clarinetista aunque no son sus únicas dimensiones ya que en alguna de las temporadas, de la serie mundialmente famosa, TREME, ella se interpreta a sí misma. Serie que recomiendo y que como podéis suponer va de todo el ambiente musical originario de New Orleans.

Se mostró arropada por un set acústico de batería, contrabajo y guitarra acústica, apropiado para su estilo de música que se mueve básicamente entre el swing y el jazz contribuyendo con su cautivadora voz y su clarinete en todas las composiciones. Aurora es un referente en la escena musical de New Orleans revelándose activa en diferentes proyectos de la ciudad liderando varias formaciones como es la banda de rockabillieRory Danger and the Danger Dangers” o su proyecto en solitario “The Monocle”.

Para la ocasión y haciendo gala del orgullo local de la ciudad de New Orleans se presentó con “The Royal Roses”. El plan es dar protagonismo a los instrumentos acústicos y de viento siendo el clarinete y la voz de Aurora los destacados, sin dejar de lado a la guitarra acústica que se acerca por momentos al estilo “gypsy” dejando claras las influencias y el sentir de Aurora que deriva del swing al jazz y que en ciertos compases roza el “charleston” en alguna de sus composiciones. Mención especial merece la entrada en escena de Tom Stancton, artista invitado que la acompaña en esta gira y que con su clarinete le hace dueto a Aurora y en un “toma y daca” conversan pausadamente dando lugar a los momentos más intensos del concierto recordándonos a los primeros films cinematográficos donde la voz estaba ausente y donde las imágenes hablaban por sí solas, con una música de fondo paralela al estilo que nos ocupa.

Una propuesta no muy habitual para ver por estos lares, lo cual un servidor agradece, pero que es el “pan de cada día” en la capital mundial de la música negra. Batería y bajo armonizan, sutilmente, la mezcla final destacando el primero que aplica la fuerza necesaria para dotar a cada uno de los temas del peso específico adecuado para el estilo. Se le pudo ver sacando una caja de cartón, de una conocida marca de bebida energética, utilizándola a modo de timbal y golpeándola suavemente con las escobillas.

Sin duda ha sido un placer poder disfrutar de esta chispeante artista que nos ha dejado, desde la sencillez, un gran aporte musical desarrollado con gran maestría. El domingo en sesión matinal la pudimos disfrutar, más si cabe, en un concierto más familiar en la sala Riquela, donde el baile de la asociación “Swing Compostela” fue el protagonista y pudo ahondar en su extenso repertorio llevándonos de New Orleans hasta México con una sublime versión de “Cucurrucucú Paloma”, alejada del estilo “huapango”, propio de la canción original que interpretó en un perfecto español que dejó asombrado a más de uno tras pedir perdón por la mala pronunciación. Gracias Aurora y esperamos volver a verte pronto.

Y como es menester entre conciertos, siempre hay un momento para hidratarse y cambiar impresiones con los amigos, que para la ocasión eran abundantes. Con gran expectación y con una sala casi llena presentó sus credenciales BIG DADDY WILSON, un artista hecho a sí mismo y que se mueve entre el blues y el soul. Su carta de presentación no podía ser otra que un blues y se pudo intuir el poderío y el alcance de la actuación que estaba por venir. Big Daddy es natural de Carolina del Norte pero su blues está más próximo al sonido “Electric Blues” de la ciudad de Chicago alejándose del sonido más elemental de New Orleans. Desde el minuto uno no hubo concesiones y la sensación auditiva fue fantástica y arrolladora. Big Daddy es como una herramienta que siempre está a punto y lista para usarse, su instrumento interno es digno de mención. Así su voz esta perfectamente equilibrada y medida acertando con una entonación sobresaliente en cada una de los fraseos. Desde el principio hasta el final, Big Daddy nos otorgó toda una lección de como cantar blues y soul imprimiendo carácter y personalidad a los estilos, dejando de manifiesto que es un rodillo al interpretar en directo temas de esta índole.

El “Papá Grande” atesora en su haber seis discos y actualmente promociona en directo su último trabajo, recién salido del horno “Hard Times Blues”, aunque también se despachó con temas de otros proyectos como “Deep on My soul” y “Neckbone Stew”, mayormente. Así sonó la bluesera “Cross Creek Road” que en su versión original nos lleva a los campos de algodón de Lousiana y que para la ocasión electrificó y cayó como un proyectil en nuestras cabezas. Otro tema a destacar fue la soulera “7 years”, canción que contiene todos los ingredientes necesarios para crear adeptos. En la misma línea nos deleitó con “Deep in my soul”, “Hold on to our love”, “Crazy World” rematando con una fiesta del blues, que sin duda es, “Love is the key”.

Big Daddy para esta gira se apoya en cuatro contrafuertes que hacen que los directos sean sólidos, compactos y vigorosos. Estos cuatro integrantes, de origen italiano, son los encargados de acompañar al artista en esta gira europea. La guitarra se afila para los solos y llega a recordarnos a SRV pero con “telecaster”. Sin duda un alarde de buen gusto a las seis cuerdas en toda su dimensión. Bajo y batería se funden y nos nutren de buen ritmo siendo cómplices con su mirada, sin sacarse el ojo de encima en todo el concierto y apoyándose uno en el otro, como cualquier base rítmica que se precie. El teclado cierra el círculo ataviando al grupo con sus armonías enérgicas llenas de tornasol.

Cuando una banda se sube a un escenario y funciona como una locomotora de hacer música, sin dar licencias, se nota a la legua. Este es el caso del electo seleccionado por Big Daddy para la ocasión, los cuales estuvieron a la altura del talento vocal del “Papa Grande”. Pero lo más sorprendente es que todos ponen su granito de arena con sus voces, sonando todas distintas y cuadrando todas ellas a la perfección, lo cual da como resultado una coral orgánica que acaricia el oído y te remueve las tripas. Remató la faena con el clásico del blues “Son House” conduciéndolo hacía el abismo soul, con un solo de guitarra sublime.

Y con caras de satisfacción por lo vivido, se finiquitó esta onceava edición del OUTONO CODAX FESTIVAL. Una mezcla de sensaciones nos inundó ya que el júbilo se distorsionó con la pena a sabiendas de que teníamos que decir adiós a casi dos meses de conciertos y diversas actividades que nos complacen y que llenan de color los otoños Compostelanos. Una vez más agradecer a RAIÑA PRODUCTIONS su trato, tiempo y dedicación y darles muchos ánimos para que sigan empujando el carro.

  ¡El año que viene más y quizás mejor...!

 

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