Continuamos con nuestro particular surfeo Rock de la Quinta ola...

AGOSTO

Festival Felicia Pop (Viernes 13 y Sábado 14, Limodre – A Coruña)

Con cuatrocientas entradas a la venta la organización puso a rodar al decano de los festivales de verano en la comunidad y como era de esperar se vendió todo el papel. Cartel cerrado con bandas exclusivamente del país.

El 98 fue el año en el que la Asociación Cultural Felicia y el fanzine “18 Rodas” pusieron en marcha el engranaje. La Elephant Band, los Stupid Babooms y los ourensanos Cosecha Roja fueron las primeras bandas que se reunieron en el Centro Social de Limodre para celebrar aquella primera edición del anteriormente conocido como Felipop.

El viernes comenzó de la mejor manera posible de la mano de los Bo Dereks. Banda fiable donde las haya. Apostar por los vigueses es apostar a ganador. La ración vespertina de “rock & roll de la vieja escuela”, como a ellos mismo les gusta denominar a su música, encendió la mecha de lo que acabó explosionando al día siguiente en A Hortiña con los Lie Detectors. Oscar, Jorge y Rufus desplegaron su rock sin filtro, su “rock porque si”. Ellos no inventan nada, pero tampoco les hace falta. Una hora y cuarto de buen hacer y diversión.

A continuación saltaron a la palestra los barceloneses Brighton 64. Banda creada en los ochenta por los hermanos Ricky y Albert Gil. Veteranos de la escena mod nacional y demostración empírica de lo que ya hace años pregonaban: “el problema no es la edad”. Eso sí, la madurez ha hecho que a día de hoy la política y el independentismo se conviertan en el tema central de sus creaciones, al mismo tiempo que han ido abrazando nuevas tendencias musicales alejándose de las las anfetaminas, las scooters y el bepop. Entrega, ganas, sudor…

Cerraron la primera jornada Los Hermanos Dalton. Regresaban al festival demostrando que los años pasan, pero no pesan, cuando los llevas como estos “rapazotes” de San Fernando (Cádiz). Los que fueran en el siglo pasado durante sus comienzos elegidos como grupo revelación, son hoy más que nunca presente del power-pop nacional. En formato de cuarteto con temas propios y versiones, de las que siempre han gustado, animaron la noche demostrando que siguen ganando en el directo poderoso de las guitarras afiladas y de los temas bien hechos.

El sábado se abría con una atractiva sesión vermú de la mano de los vigueses Tinta y los jienenses Los Mejillones Tigre a la que no asistí. Imponderables...

Los Fusiles

Por la tarde les tocó abrir a los sevillanos Los Fusiles, banda que continúa la más pura tradición ochentera con pegadizas y enérgicas composiciones que opositan a convertirse en los clásicos de los años venideros. La voz de Pablo Cueras nos resulta familiar, como si lleváramos toda la vida escuchándolo, el mismo se reconoce como continuador de la tradición de grupos como Los Enemigos y los Gabinete Caligari. La larga experiencia de los componentes de la banda en la escena andaluza se hizo notar en una noche sobresaliente. Dispararon temas de sus dos discos que abrazan todo tipo de registros e influencias.

Les llegó el turno a los madrileños Los Chicos en quienes se depositaban todas las esperanzas para hacer saltar la banca en A Hortiña, por supuesto se cumplieron las predicciones. Se entregaron en cuerpo y alma a lo que mejor saben: pasarlo bien y hacérselo pasar bien a los demás. Generosos hasta el exceso con su show orgiástico fruto de un cóctel explosivo y variado: ochenta por ciento de rock & roll, algo de rhythm & blues, un ramalazo de punk, una puntita de pub rock, una pizca de country,… y mucho, mucho alcohol. La poción dejó sentir su efecto entre los componentes de la banda y el respetable. La comunión fue total: sobre, debajo y “por encima” del escenario. Desde esta noche fan incondicional.

Difícil lo tenía La Familia Caagmano cuando les tocó subirse a las tablas. La “banda con el ácido úrico peligrosamente alto desde los diez años” supo estar a la altura después del huracán madrileño que acababa de asolar el recinto. Frescura y electricidad. Su pop enérgico con canciones de estribillos originales, fácilmente coreables, invitando a “bailar a dolor”.

La apoteosis llegaría con la subida de los miembros de todas las bandas al escenario para sumarse a los Lie Detectors, la banda vasca a la que le correspondía cerrar. Resultaron para mi ser la sorpresa de la edición, pues no había tenido la suerte de poder disfrutarlos anteriormente. Pusieron todo patas arriba con su actitud y sus trallazos sónicos. Sin pudor, mezclan estilos y temáticas en sus irónicas canciones. Cuentan con un carismático cantante que sabe ganarse a la parroquia desde el primer momento y con músicos curtidos en el circuito underground nacional en bandas como Nuevo Catecismo Católico, Muturbeltz, Dirty Pink Ladies,… Más que recomendables, obligatorios. Terapéuticos, incluso...

Matt Woods & the Natural Disasters (Jueves 26, Salason – Cangas do Morrazo)

Regresaba a la sala uno de esos músicos americanos con más kilómetros en sus suelas que el baúl de la Piquer. Desde Nashville, en sus primeras visitas solamente acompañado por su guitarra y últimamente arropado por los Natural Disasters, nos ofrece un sonido nacido de la mezcla del sonido americana, del folk-rock y el country. Con su penetrante voz nos canta sobre sus viajes por el nuevo y el viejo continente: historias de amor y desamor, de amistad, del hogar lejano,... En definitiva nos narra su experiencia vital: "la carretera y la soledad me invitan a escribir". El bueno de Matt es un placer para los sentidos.

Matt Woods & the Natural Disasters

SEPTIEMBRE

Nick Dittmeier & the Sawdusters (Sábado 4, Salason – Cangas do Morrazo)

En la misma línea debutaba en Cangas Nick Dittmeier, otro "comemillas". El sur y el medio oeste americano se le han quedado pequeños y ahora cruza el charco lanzándose a la aventura europea. Dittmeier afirma que el hecho de ir y venir acompañado las veinticuatro horas del día por su banda, pensando y trabajando en la música, los hace mejores tanto en el aspecto personal como en el profesional. Los ritmos bluegrass con un estilo vocal del country más clásico y la incorporación de riffs melódicos le dan a sus composiciones un toque moderno, contemporáneo. Con temas propios y versiones de los clásicos nos hizo pasar una gran tarde.

 

Fisterra Blues Experience (Sábado 18, Fisterra – A Coruña)

Los "melancólicos" doce compases volvían al fin del mundo un año más. Pero por desgracia no para tener el protagonismo que cabía esperar, al menos en el concierto principal del sábado. Da la sensación de que las cambiantes limitaciones administrativas a raíz de la pandemia y las prisas hicieron que una sobresaliente receta de restaurante de cuatro tenedores se quedara en un resultón plato combinado. O cómo si no cabría denominar la aparición en un mismo cartel de Marcos Coll, Sés y Los Enemigos. El eclecticismo de la presente edición, en mi modesta opinión, es un golpe directo a la esencia que ha de diferenciar al Fisterra Blues Experience del resto de eventos veraniegos al uso.

La tarde comenzó con la banda que debería haber bajado el telón: Marcos Coll y la Blues Reunion. El santiagués de adopción se hizo acompañar para la ocasión de unos músicos de excepción: Javier Vacas al bajo, el veterano Julian Vaugh a la percusión, la guitarra de Will Jacobs y la extraordinaria voz de Dorrey Lyles. La hora, la frialdad del público, la lejanía física del escenario ,... hicieron del bolo una muesca más en el revólver de los cazadores de eventos, a pesar del buen hacer y la entrega de la banda. Una verdadera lástima.

Sés, ni el momento, ni el lugar. Su actuación coincidió "curiosamente" con el momento de máximo aforo en el recinto.

Acabó el día con Los Enemigos. Por fin la banda puede presentar en directo los temas de su ultima creación “Bestieza”, tras el parón por culpa de la pandemia. Supieron subir la temperatura de la fría noche fisterrá. El poco público que se quedó para disfrutarlos coreo con rabia los himnos de ayer y de hoy. Raro se hacía ver a la banda desde un asiento y a más de uno le pudieron las ganas a última hora para irse “derechito al baile” y abandonar la silla. Buen concierto el de Josele y la banda.

El verano terminó. Más de uno, que afirmaba no asistir jamás a un concierto bajo la dictadura de la mascarilla y la silla de plástico, claudicó. Vacunados y bien surtidos de zumo de cebada se han ido aproximando poco a poco a los escenarios con la esperanza de ese fuera el último bolo con restricciones. A día de hoy, ya metidos en el otoño, la cosa ha mejorado sensiblemente: las sillas han desaparecido y los aforos han ido aumentando. Se vislumbra un futuro prometedor. Se anuncian giras y conciertos, a medio plazo, a un ritmo frenético. La quinta ola ha sido franqueada.

¿Habrá sexta?.

Winter is coming...

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