Seis meses han pasado desde que con motivo de la presentación de este álbum en la Sala La Room de Ferrol me excusé ante los lectores por no sumergirme en las profundidades de un análisis de los temas que en tal bolo sonaron por reservarlo para la reseña de dicho trabajo. Seis malditos meses en los que no he parado de escuchar este trabajo con la esperanza de tener una iluminación o una inspiración para realizar la reseña. Pero nada, me ha abandonado la musa, el mojo, el flow.

Siempre me ha gustado tener un camino planificado a la hora de afrontar este tipo de artículos, un guíon preparado para ir seguro, un trabajo de ingeniero, vamos. Pero tal vez sea hora de simplemente echar a andar por muy inabordable que se plantee el horizonte y cada intento suponga un gran esfuerzo. Pues los caminos no los hacen sólo los ingenieros, también los caminantes al andar. No habrá pues ningún deus ex machina, ningún bofetón que me saque del abotargamiento y me revele la senda, ésta se mostrará con cada paso.

Es un doble salto mortal el de los hardrockeros ferrolanos, por cambiar de idioma, ya que el sajón sheckespeariano había sido el vehículo vocal en sus anteriores trabajos y ahora giran hacia el cervantino o román paladino mesetario. Además por embarcarse en la elaboración de todo un disco conceptual, una ópera-rock con la complicación y exigencia que eso supone y la multiplicación de posibilidades de darse un tortazo de proporciones bíblicas. En parte la segunda decisión explica la primera, en aras de una mayor comprensión por parte del oyente de la trama argumental que se plantea.

Dicha trama gira en torno a la dicotomía y polémica, a la lucha íntima que se da en todo individuo entre sus luces y sus sombras, los polos opuestos del carácter humano. Se nos presenta al General Niebla, el líder de quienes partiendo de la ofuscación, el miedo y la soledad desean despertar su conciencia y conectarse con su verdadera esencia. Frente a él se yergue el Señor Vano, el epítome del egoísmo materialista, la seducción del triunfo fácil por el que hay que entregar el alma. En el fondo todo el álbum gira en torno a un partido de tenis dialéctico entre ambas porciones.

“General Niebla” es un puro ritmo hadrockero que nos presenta al líder luminoso, por así decirlo, que nos invita a abandonar los falsos profetas e ídolos  y a consagrarse a lo que de auténtico hay dentro de nosotros. “Señor Vano” introduce al otro factor de la ecuación con una marcha de funk vacilón, el seductor hedonista y atractivo, el lado oscuro no tiene porque ser sombrío y tétrico, el demonio puede ser divertido. “Corre camina” es un hechizo de hard rock con toques de ¿bossa nova? que marca el impulso del cambio de quien anhela cambiar su vida. Con “No me hagas reir” el encantador Señor Vano nos revela su naturaleza adictiva y comienza a exigir su tributo, vuelve el ritmo vacilón pero de forma más sombría.

 “En tu piel” con esa sonoridad casi country-rock de los 70 es un panfleto que anima al cambio vital. “Lo que soy” con esos toques de road song marca el camino del cambio personal. “Siéntelo” con ese modo de soul-funk inicial y su conclusión más hardrockera tiene un estilo de prédica que nos encamina a la búsqueda de la conexión con uno mismo en nuestro interior. “En el filo” es el tema que menos me encaja con el resto del disco, rompe mucho con el resto de los temas, como una especie de interludio cuasi hard jazzy. “La batalla” tiene una épica totalmente western o de space ópera, es el enfrentamiento, sacamos los revólveres y los sables láser. “Desperté” viene a ser un resumen del álbum desde una óptica individual.

Ha sido suficiente por hoy, hora de coger fuerzas e ir a descansar.