De nuevo nos encontramos una hoja en blanco que debemos rellenar con una mezcla de satisfacción y pesar ya que hemos llegado al final de esta sensacional 13ª edición del OUTONO CÓDAX FESTIVAL. El tiempo es un dictador, y siempre se impone, pero el horizonte de sucesos que nos deja el festival será difícil de superar.
El día anterior, la ciclogénesis, con nombre propio Nikki Hill, arrasó la capital gallega pero, sin lugar a dudas, todo venía del jueves, como ya os hemos contado, donde se vivió algo difícil de describir con palabras; solo estando allí se puede alcanzar a entender lo inverosímil que resultó la conmoción que te puede causar la música, en vivo y en directo.
El concierto de Nick Waterhouse resultó fascinante, por decir algo, sin desmerecer la larga lista de artistas que nos han acompañado durante este mes de noviembre que ha sido dispar, en cuanto a estilos musicales, pero con un combustible de alto octanaje en cuanto a calidad.
Para poner un boche de oro, RAIÑA PRODUCTIONS apuesta todo al rojo y nos propone, como primer plato de este final de fiesta, a los nacionales KAMIKAZE HELMETS. Una banda que se caracteriza por estar formada, únicamente, por dos componentes que se multiplican siendo Kike Parra el que pone voz a la banda y golpea las pieles; a la vez que, Gabriel Casanova, se encomienda a las teclas para crear todas las torsiones y distorsiones que se perfilen y precien en todo grupo de rock. Unos reputados músicos que han tocado con un nutrido elenco de artistas del estado como son Loquillo, Lisa and The Lips, Aurora and The Betrayers, The Sweet Vandals, Warren Hayes y muchos más…
Con estos precedentes se presentaron como sombras, los dos Kamikazes, sin hacer ruido y reservados, hasta que, la primera nota, retumbó e hizo temblar la sala Capitol. Desde el inicio vislumbramos una apuesta valiente, a la vez que chocante ya que a pesar de ser un grupo de rock con influencias que van desde Purple, Zeppelin, ACDC o, en el otro extremo, Black Keys, White Stripes o Queens Stone Age, las guitarras brillan por su ausencia.
Para suplantar esta "carencia", tenemos al virtuoso Gabri que, rodeado por muros de teclados, hace de todo: crea atmósfera, se saca guitaras de la manga etc., siendo la joya de la corona, de todos estos juguetes, el Clavinet; un instrumento que exprimió hasta la última gota el encomiable Steve Wonder y, en menor medida, el bueno de George Duke; como curiosidad, decir que se amplifica con pastillas de guitarra eléctrica (he ahí el secreto de su poderío) además de incorporarle una palanca Whammy, made in Gabriel Casanova, con el que puede hacer "bendings" como si de un “guitar hero” se tratase.
Si todo esto lo pasas por pedales fuzz, overdrive’s, octavador etc., ya tienes montado un muro de sonido demoledor que encaja como un guante con el estilo que se gastan los madrileños. Además, si a todo esto le sumamos el vigor que surge como una metamorfosis entre Bonham y Plant a cargo de Kike, tienes un cóctel molotov listo para ser lanzado. Hablando de Kike, este último tiene un vozarrón que le viene de serie, pactado con Bon Scott, con el que desgarra los temas dando un salto mortal con su contundente forma de golpear las pieles, apoyándose básicamente, en el “goliat” tribalizando la mezcla final.
|
|
|
Por el momento tienen, únicamente, un disco homónimo, lanzado en el 2021, que tiene diez temazos bastardos llenos de nervio que resucitan a un muerto. Así sonó “Me & Myself”, uno de sus temas más sobresalientes en la onda Black Keys, con un estribillo punzante y unos teclados muy Moog. “Tokkotai” fue otro de los supervivientes con color púrpura y aire zeppeliano que nos pulverizó. Con un bucle hipnótico de efectos de teclado, empieza la aplastante “Break Through”, en la onda White Stripes, que no da lugar a concesiones. Su sencillo, “Hey Man”, nos encandiló con tres partes diferenciadas destacando un estribillo pegadizo para resolver el todo con un depredador ritmo, temazo.
Y como no, llegó el momento de revisar a los clásicos abriendo las hostilidades con “Tutti Frutti”, del carismático e inigualable Little Richard: un R&R básico que está en mente de todos y que mudó a un hard-rock, bajo en revoluciones, con alma kamikaze. Nos dejaron sin aliento con “While My Guitar Gently Weeps”, tema muy complicado de defender, obra de los cuatro de Liverpool, donde los Kamikazes serpentearon y salieron victoriosos. Nos remataron con un nocivo “Take me to the River”, de All Green, no apto para cardíacos al que le añaden un “medley” final con pequeños cortes que todos tenemos interiorizados como es el “Black Nigth” de los Deep Purple, el himno “Seven Nation Army” de White Stripes, el ya relamido “Day Tripper” de los Beatles y el “Smoke on the Water” de los omnipresentes Purple, para rematar como empezaron, con All Green.
No tuvieron compasión y, en su corto pero intenso concierto, fueron despiadados y brutales que es lo que se espera del estilo musical que prodigan. Se despidieron, no sin antes atender a las plegarias del público dejándonos, en primicia, un tema de su próximo álbum que estará al caer. Nos mantendremos expectantes, por si consideran presentar este trabajo por tierras galaicas. No te los puedes perder.
Y para poner la puntilla al festival, nada mejor que un final de fiesta por todo lo alto, a base de bailongos, con ska y rythm&blues de los que se entonan en el norte de Europa. Desde la tierra de Ikea, y de los Premios Nobel, llegan por primera vez (a Compostela) THE BEAT FROM PALOOKAVILLE. Los suecos, se caracterizan por desarrollar una música mestiza y cosmopolita con raíces “afro” que tuvieron su germen, y consiguiente apogeo, en la isla de Jamaica; o sea, un valor seguro para desinhibirse y dar rienda suelta a todas nuestras alegrías a ritmo de SKA.
La formación debuta en 2011 con el larga duración “Número Uno!”, al que siguen un par de EP’s, y ya en 2016 lanzan “Come Get Ur’Lovin” un tratado vibrante y divertido plagado de sudor. Con estos precedentes, seguro que elevan la temperatura de las gélidas tierras vikingas de donde proceden. Sus influencias son diversas pero, al menos, hay que citar a THE SPECIALS como un referente ineludible, del Ska menos edulcorado, o a los célebres MADNESS dando un paso adelante, entre otros.
Siete son los componentes The Beat From Palookaville que llenan por completo el escenario de la sala Capitol, conformando lo que se denomina una “Big Band”. Dos vientos, trompeta y saxo, respectivamente, coronan la formación como cualquier grupo de ska que se precie; además de contrabajo, guitara, batería y teclados.
Pero es su cantante Tommy “bigT” Moberg, con un look “rude boy”, el que mantiene el pulso y el listón en todo lo alto haciendo las labores de “frontman” como la ocasión y su música bien las requiere y merece. Sin dar síntomas de cansancio, a pesar de sus flirteos de punta a punta del escenario, “bigT” se come al público, desmelándose, hasta llegar a romper la cadera, en varias ocasiones, a lo largo de la actuación.
Y todo esto hizo mella en un público con ganas de celebrar y de vibrar. El “trenecito”, como no, hizo acto de presencia en este épico final de fiesta dejando su estela en media sala, formando un galimatías, como era de esperar. Para poner la guinda al pastel, los "Palooka" nos deleitaron con una revisión del hit “Seven Nation Army” de White Stripes, que casualmente hacía doblete, al ser tocado por sus predecesores, el cual llevaron en volandas al Olimpo del Ska.
Y con una sonrisa en la boca, pero con el corazón encogido, llegamos al final de este certamen. Sabemos que RAIÑA PRODUCTIONS ya estará trabajando en el festival del año que viene, desde alguna playa de Acapulco, seguramente.
Desde aquí darles las gracias por el exquisito trato recibido, un año más, y muchos ánimos para seguir adelante en este proyecto que cada año celebramos todos en Compostela.
¡Larga vida al OUTONO CODAX FESTIVAL!