Haciendo un ejercicio que mezcla la nostalgia y la curiosidad decidí deleitarme por segunda, y no será la última, por los aclamados WILCO. Hordas de simpatizantes de todos los rincones galaicos, tulliditos en esto del rock así como en el gozo de la música en vivo y en directo, se dieron cita en el PAZO DE URZÁIZ de Nigrán (Vigo). En esta ocasión nuestras posaderas no descansaban plácidamente en una silla y el césped, de un amplísimo pazo gallego, fue el telón de fondo que acogió a los de Chicago.
Como es menester, WILCO, se presentó reservado y con lo puesto, no hay puesta en escena ni protocolos a seguir, solo ellos y un folio en blanco que hay que llenar con lenguaje musical. Seis músicos se situaron con sus armas y armaduras y sin miramientos empezaron a liberar temas, a medio tiempo, que es santo y seña de su discografía.
La exploración musical de WILCO esta delimitada básicamente por el country y el rock, aunque son etiquetas simples que no definen completamente su universo. La psicodelia asoma en alguno de sus temas y el caos en forma de guitarras llenas de fuzz hacen estragos por doquier. Los patrones se hacen evidentes, en su cancionero, pero también saben salir de ellos con una cordura que nos perturba pero que no nos molesta, para volver de nuevo a meternos en vereda en una espiral de la que es difícil abstraerse. La sensación para el oyente es plácida, por norma general, a pesar de que sus composiciones se caracterizan por tener giros armónicos inesperados pero que se ensamblan en un engranaje que funciona como un reloj suizo.
Jeff Tweedy capitanea un barco de seis corsarios que están al servicio de la canción. Todos ellos reman a favor del viento, que es hacer que el tema crezca sacrificando individualidades en beneficio de la tonada de turno. Un ejemplo de ello es Pat Sansone que pasa casi desapercibido como segundo guitarra, pero sus arpegios y rítmicas, llenas de buen gusto, no se saturan con el concepto final. En la misma línea tenemos Glenn Kotche que hace un trabajo magistral en las pieles donde nos muestra un amplio catálogo de tiempos y contratiempos mudando los temas en algo, cuando menos, singular.
Este cancionero pide que el bajo sea referente pero que no complique la travesía y es John Stirratt el que dota a la banda de un “standar” de tónicas que hace que los temas fluyan con sencillez. Por último tenemos en la guitarra rítmica, solista y loca a Nels Cline que quizás sea el que tenga más foco golpeando las seis cuerdas con la fuerza que el tema requiere y sacándonos de quicio en pasajes estridentes y arrebatadores donde piensas que su muñeca puede dislocarse. Situado en la penumbra del escenario una figura de color amarillo asoma. No es otro que el encargado de darle a la banda ese colchón que aportan las teclas a todo grupo de rock, hablamos del ingeniero Mikael Jorgensen siendo de vital importancia su aportación convirtiéndose en una de las estampas sónicas de la banda.
Todos complementan sus voces con el afinadísimo Jeff formando una coral que se antoja “Beatle”, por momentos, en la que destaca la labor de John que empasta perfectamente con Jeff.
Venían presentado su último trabajo “Cruel Country” del 2022 aunque estos prolíferos artistas ya tienen otro trabajo horneándose titulado "Cousin" que todavía no esta editado. A diferencia del 2016 que pude disfrutarlos en el Palacio de la Ópera de la Coruña, donde lucían su disco “Schmilco”, en esta ocasión tiraron de sus temas más clásicos y conocidos ya que la discografía de WILCO es amplia y dispar. La audiencia lo agradeció y sonó “Imposible Germany" de mi aclamado disco “Sky Blue Sky” y que nos sumerge en una catarsis de buen rollismo donde Nels Cline se marca un solo que nos vuela literalmente la cabeza incrustado en una base de acordes que funcionan de forma impecable.
Gozamos con "Missunderstood" de uno de sus discos primigenios y preferentes, para el que escribe, que no es otro que “Being There” donde arrancan con un country rock clásico que podía firmar Dylan, pero que a mitad de tema se deshace y purga todo lo entendido hasta el momento para volver a situarnos en el centro del tablero rematando la faena con un bucle infinito de “Nothin' “. Del mismo trabajo descargan la bailable tonada beat “Outtasite” que levanta el ánimo y nos devuelve a melodías fáciles pero al mismo tiempo magistrales que funcionan muy bien. Una entrada psicodélica nos sumerge de lleno en “I'm Trying to Break Your Heart” de quizás su disco más aclamado por la crítica “Yankee Hotel Foxtrot” para dejarnos flotando y embriagados al pie de una melodía hipnotizante. Del mismo trabajo resuena el ritmo trotón de “Kamera” que agita con fuerza el frasco de las esencias “Wilconianas”.
Seguimos con “Yankee Hotel Foxtrot” y resuena "Heavy Metal Drummer” con teclados “psico” y coros pegadizos. Volvemos a las melodías “beat”, que podían firmar tranquilamente Lennon/McCartney, incluidas en el tema “Hummingbird” de su disco “A Ghost is Born”, dando lugar a un deleite sensorial. Cae como una pluma “A Shot in the Arm” una melodía refrescante perfectamente armonizada de su disco “Summerteeth” que nos saca una sonrisa que se expande a lo largo del tema. Volvemos al country/pop/rock con el tema “California Stars” del disco “Mermaid Avenue”, donde nos enfundan con sonidos del “slide” que mana del profundo folk americano y que hace que florezcan nuestros sentimientos más tiernos. Rubricamos este resumen por su set list con su tema más conocido y coreado que fue “Jesus, etc” o con el que abrieron las hostilidades titulado “Handshake Drugs”, una declaración de intenciones del devenir rockeril que teníamos por delante.
Llegamos al final de este estupendo concierto de la mano de estos obreros especializados de las siete notas. Un ejercicio académico sensorial y auditivo que nos retrotrae a tiempos pasados y que rememora el placer que supone consumir música en directo o un disco en tu casa. Porque si, se puede decir que WILCO es un grupo que no tiene prisa por llegar a la meta, al contrario, lo que destaca es su travesía “step to step”, en un mundo donde la prontitud, la diligencia y la impaciencia nos desbordan, por lo que la banda nos invita a echar el freno de mano y dejar nuestros sentidos en “stand by”.
Pongo el punto final dándole al PLAY a alguno de los discos, que tengo por casa, esperando que se dejen caer de nuevo por este recóndito lugar de la Hispania que ya parece ser un lugar habitual en sus giras europeas. ¡¡Salud!!