LITTLE JIMI 2021

Este trío francés formado por Benjamin Monnereau a la guitarra y voz, Guillaume Arancibia guitarra y coros, y Antoine Le Gall a la batería, nos presentan su segundo trabajo, una especie de obra conceptual de seis temas en donde vamos a encontrar una paleta sonora muy diversa, pero dentro del rock setentero más pesado y esquizofrénico como el protagonista.

Así con las acústicas abren “First cantos”, una encandiladora tonadilla inicial de rock espacial de finales de los sesenta, llevándonos directos a las guitarras eléctricas y una batería llena de platos, con la voz de Benjamin algo aguda, dejando mayor protagonismo a los riffs y solos de guitarra, con esos cambios de ritmo muy stoner rock que aportan mayor pesadez instrumental en algún pasaje; ese final tan melódico hace brillar más el tema.

A golpe de corazón abren “The way”, sugerente voz y acordes etéreos para introducirnos en un cabalgar constante, sin sorpresas, intensificando gradualmente las notas, con la batería de Antoine como catalizador, mientras la mezcla de saturaciones de ambas guitarras te provocará un desfile de sensaciones ante esas notas melodiosas y cautivadoras; final épico.

“Palace afternoon” se abre lento y oscuro, como un blues en una caverna, para luego dar paso a un cavernoso riff que atrae al oyente que digiere con ganas el maná que es el desert rock; las voces etéreas se entremezclan con esos riffs estratosféricos en pasajes lentos, con la batería como director de intensidad, alcanzando climax por momentos en las guitarras distorsionadas finales.

Un riff pesado y sinuoso arranca la absorbente “Matchetehew”, una mezcla de los Pink Floyd más experimentales de finales de los sesenta y los inicios de Black Sabbath, una conjunción de pasajes densos y fraseos melodiosos, con la batería de Antoine haciendo de guía para los arreglos armoniosos en las guitarras de Benjamin y Guillaume.

Rebuscan en el cofre de los sonidos atmosféricos para abrir “Indian rain”, guitarras y voces reverberadas sobre tambores de otros tiempos, hasta la eclosión con un ritmo Funky y un riff muy Rage Against The Machine que desemboca en una alocada lucha de guitarras frenética, rozando ese hardcore tan eclético que destilaban los Suicidal Tendences.

El final con “Last cantos XXIV” es de lo mejor del disco, una mezcla perfecta de rock desértico con psicodelia y hard rock, con ese riff principal embaucador junto ese ritmo acompasado que arregla con genialidad su batería; ese interludio parece separar el tema en dos secciones, pero su intención es llevarte hacia ese final emotivo y cautivador tan característico de este tipo de estilo. Buen final.

Portada original. Producción bastante buena. Gustará a los seguidores del rock setentero en general, como a los que gustan del desert rock más lisérgico: desde Earthless, Elephant Tree, pasando por Big Scenic Nowhere, hasta los The Doors.     

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