Rockers y Fredy

Bien saben Vuesas Mercedes de mi debilidad por el rockabilly, confieso ante este alto tribunal inquisitorial que soy un mestizo hereje del clásico rock and roll y del hard rock y de todo los confluyentes estilos que ello conlleva. Desviación ésta en la que no soy ni el más insigne ni el más circunspecto de los adoradores de la música que dan en llamar de Satanás. Soy un caso relapso de toda salvación, orgullosamente reacio a cualquier conversión que implique apartarme de estos ritmos y negar estas formas y maneras de vivir y sentir la música y aún la vida.

Es por ello que asistí en gran congregación a la ceremonia que el día de los autos se celebró en el por Sus Señorías calificado como antro y por mi tenido como templo Biker Bar Ruta 66 en la ciudad de Ferrol, liturgia en la que fuimos oficiados de los ritos y ritmos rockanroleros que celebraron los miembros de la hermandad conocida como Rockers y Fredy, con el padre predicador Fredy Rocker al frente con poderosa voz y guitarra acústica, el reverendo Quique Pazos al contrabajo, que es como sello y garantía de rock añejo de reserva, y el acólito Cabe García a la guitarra eléctrica, brillante heredero de los eximios Dick Dale o Link Wray por no explayarme más en el augusto panteón de los guitarristas del clásico estilo.

En aquel alegre aquelarre fueron invocados variopintos miembros de las historia del rock, tanto directa como indirectamente. Si mi memoria no me falla, se manifestaron e hicieron epifanía el Rey Elvis y una corte de acompañantes como Buddy Holly, Vince Taylor, Gene Vincent, Johnny Cash, Carl Perkins, Johnny Burnette, John Marascalco, Leiber & Stoller, Bill Haley, Little Richard, Del Shanon o Fats Domino y me fueron revelados otros espíritus por mi menos conocidos pero también importantes como Sherman Bros, Johnny Faire, Roy Hall, Ben Hall, Al Ferrier, Warren Smith, Wayne Walker o Jack Scott. Así como manes más modernos o próximos a mi época como los revivalistas británicos Crazy Cavan & The Rythm’ Rockers y Machtbox o americanos como Robert Gordon, Stray Cats o Blasters.

Las tonadillas y cantinelas que sonaron para tan abigarrada liturgia nos llevaron desde los orígenes country, hillbillys y Bluegrass del rock and roll, así como de su filiación blues y rythm and blues, hasta sus conexiones sesenteras british o más modernas con el Nuevo Rock Americano o el Punk. Desde los ritmos más primitivos y salvajes, como un “Hound dog”, “Lets go boppin tonigh”, “Red cadillac and a black moustache”, “Blues suede shoes”, “All i can do is cry”, “Bertha Lou”, “The train kept a rollin’”, “Bran new Cadillac”, “Please don’t leave me”, “Rockabilly boogie”, “Be bop a lula”, “The way i walk”, lo mismo da si son espídicos o a medio tiempo, hasta formatos balada como “Runaway” o el cuasi teen idol “You’re sixteen, you’re beautiful and you’re mine”, sin olvidarnos de temas herederos como “Stray cat strut”, “Marie Marie”, “My Little sister got a motorbike” o “Rockabilly rebel”.

Estos son mis poderes, señores, llámenlos pecados, condénenme a la hoguera si gustan, que yo cabalgaré contento y bailando hacia el fuego cual jinete fantasma mientras chasqueo los dedos y reclamo mi bien merecido escaño en la barra número 3 del Infierno (Malditos Pendejos dixit).

 Ver Galería de fotos