Seguimos tomándole el pulso a la recuperación del latido musical de Ferrolterra, en esta ocasión con un más que solvente trío de versiones de clásicos del Rock and Roll como son Cuero & Laca, es decir Octavio García, bajo, Freddy Rocker, guitarra acústica y voz y Tony Torres, guitarra. En el escenario de la sala La Room, que lleva a cabo una destacada actividad cultural de directos en la ciudad exdepartamental.

Se manejan con un repertorio de temas que forman parte de lo más profundo de nuestro ADN rockero, aquellos que están impregnados en la base más primigenia de nuestro cerebro, nuestra razón de ser en el Rock y para las generaciones más recientes, de una imprimación más que fetal, casi seminal.

Todos ellos forjados en el fuego de nuestra memoria colectiva, que surgen fácilmente en cada chasqueo rítmico de dedos, cada beat de las manos sobre una superficie dada, cada gorgorito mal lanzado en una ducha mañanera, como si del resabio de una saga épica antigua o de un poema homérico se tratase.

Temas que en su mayoría fueron creados o naturalizados en el Rock and Roll en la década de los 50, otros posteriores de los 60 (“Ranaway”, “Can’t help falling in love”, “Stand by me”, “You never can tell”, “Burning love”) o incluso de la corriente revival de los 80 (“Marie, Marie”). Algunos con antecedentes en el Bluegrass (“Blue Mon of Kentucky”), el Blues y el Rhythm and Blues (“Baby let’s play house”, “Houng dog”, “That’s all right mamma”), en el Jazz (“The train kept a rollin”) o en la musicalidad latina (“La Bamba” y ¡sorpresa! “Twist and shout”), otras directamente conformadas en el Rock y que además han contribuido a su cánon – si es que se puede hablar de una secuencia canónica en algo tan multifacético y mestizo como él- (“Lucille”, “C’mon everybody”, “Be bop a lula”, “Oh boy”, “Jailhouse rock”, “Tutti Frutti”, “Greats balls of fire”, “Johnny B. Goode”) y alguna que aunque básicamente Country se ha hecho su merecido hueco entre los rockeros (“Folsom prison blues”).

Temas que nuestra educación musical ha visto representados en las voces e instrumentalizaciones de Elvis Presley, Johnny Cash, Eddie Cochran, Little Richard, Del Shanon, The Blasters, Johnny Burnette, Gene Vincent, Ritchie Valens, Ben E. King, Baddy Holly, Chuck Berry, The Beatles o Jerry Lee Lewis, con los cerebros en las sombras de las letras y las composiciones, o primeras grabaciones, de Bill Monroe, Arthur Gunter, Arthur Crudup, Leiber & Stoller, Big Mama Thornton, Tiny Brandshaw y un largo etcétera de figuras fundamentales de las bambalinas de la música popular americana. No están todos los que son, pero si son todos los que están.

¿Un ejercicio de nostalgia?, puede. Pero en todo caso no de lánguida añoranza melancólica y tristona sino de recuerdo vivo, palpitante y con ansias de futuro hacia unos tiempos que siguen cambiando y que, cada vez más, son llegados. Decía Castelao que la cultura se mama y nosotros hemos mamado el Rock en buena leche vinílica.

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